Isabel Peron, primera víctima del machismo político argentino y primera víctima de la dictadura genocida. Por Javier Garin.

 




Isabel Peron, primera víctima del machismo político argentino y primera víctima de la dictadura genocida

 Por Javier Garin



En la primera edición de mi libro sobre El último Peron sostuve que la elección de María Estela Martínez de Perón (“Isabel Perón”) como compañera de fórmula constituyó un grave error de Perón. Sin embargo, el paso del tiempo me ha llevado a reconsiderar esta cuestión, sobre todo a la luz de los comentarios de algunos lectores, en desacuerdo con aquella aseveración.

La “maldad” o la “incapacidad” de Isabel Perón forman parte del discurso justificador del golpe de Estado de 1976. Es claro que, para derrocar a un gobierno, hay que llevar adelante intensas campañas de desprestigio. En el caso de Isabel, el golpe era una operación en marcha casi desde el momento mismo de la muerte de Perón y detrás de ella estaban los cerebros de civiles que utilizaron a los ejecutores militares. El mundo de los negocios tuvo una activa participación.

Si una Presidenta de la Nación es odiada por todos los gorilas, detestada y chantajeada por las Fuerzas Armadas golpistas, aborrecida por la guerrilla, vejada y ninguneada por los grandes medios,  si es secuestrada cuando viaja en helicóptero, encerrada en una habitación de hotel con las ventanas tapiadas, le rapan la cabeza para denigrarla, la torturan psicológicamente hasta el extremo de llevarla al borde del suicidio, cuando regresa a la Argentina le ponen una bomba de 450 gramos de trotyl en el avión en que además viajaban trescientos pasajeros, su busto es retirado de la Casa Rosada, se le niega oficialmente hasta el derecho de ser considerada la primer mujer presidenta, le arman causas falsas para intentar extraditarla y encarcelarla, entonces ¿no será que después de todo no es tan mala como dicen?

Digámoslo de una vez: Isabel Perón fue la primera gran víctima del machismo político argentino. Según se supo años después por documentos reservados del embajador norteamericano Walter Hill, que transmitió a su gobierno las confidencias que Isabel había hecho a Monseñor Pío Laghi, nuncio apostólico, el día 5 de enero de 1976 Isabel mantuvo un reunión de tres horas con los comandantes de las tres armas, Videla, Massera y Agosti, en cuyo transcurso la quisieron forzar a renunciar para dejar a cargo del gobierno a Luder, a quien concebían en un rol similar a Bordaberry, el presidente uruguayo convertido en títere del poder militar. En aquella reunión fue increpada de manera brutal por Massera, amenazada de muerte, se le hizo saber que debía “atenerse a las consecuencias”, pero no lograron doblegarla.[1]

A esas alturas Isabel Peron sólo tenía la aspiración de mantener su fidelidad política a su esposo fallecido. Las tensiones políticas la devoraron de tal modo que una anorexia nerviosa la llevó a pesar apenas 37 kilos. Durante muchos meses estuvo empastillada y mal medicada, tal vez con intención, por su médico de cabecera, hasta que ella se dio cuenta y lo despidió. Se había tomado una licencia en Ascochinga, donde estuvo cercada, rodeada y espiada por las esposas de los tres comandantes noche y día, como una cautiva en su propio gobierno.

Ahora volvamos a esa escena: la mujer de salud física frágil y salud mental perturbada por las tensiones, sola, sin respaldo, sin otro objetivo que permanecer fiel a lo que ella entendía era un mandato de Perón, se enfrenta a tres comandantes todopoderosos que la insultan, denigran y amenazan, que la intiman a que “si no se terminaba con el sindicalismo, se restringía el libertinaje político y se producían cambios en la economía, debía renunciar y dejar el puesto a un civil, Luder, o a un militar retirado, aprobado por nosotros”. Los tres machos uniformados y respaldados por el mando que ejercen en sus fuerzas le gritan. La mujer sola y acorralada estalla en llanto de impotencia, pero no cede. Los futuros genocidas se van con las manos vacías, más decididos que nunca a dar el golpe. Una escena casi shakespeariana.

No sería la última vez. El 24 de marzo de 1976 Isabel es llevada con engaño a un helicóptero que, partiendo de la Casa Rosada, debía conducirla a la Quinta de Olivos. Los pilotos la secuestran con toda su comitiva y la depositan en Aeroparque, donde francotiradores apostados en las terrazas los tienen en la mira. Intentan imponerle la firma de una carta de renuncia en la que “delegaba el poder en las FFAA en aras de la concordia, la unidad y la paz social”. A cambio le garantizaban que volvería en paz a España. Eso o la cárcel. Isabel se niega por segunda vez.

En un excelente artículo, la socióloga Manuela Hoya sintetiza el periplo de Isabel Perón: “De la presidencia a la cárcel y de ahí a la clausura”. Porque después de ser convertida en la ex mandataria que más tiempo estuvo en prisión (ilegalmente presa), se le ha negado hasta el reconocimiento de haber sido la primera mujer presidenta (Cristina dijo que la primera había sido ella: no había sororidad para Isabel) y se eliminó su busto de la Casa Rosada sin explicación. La autora precisa: “como sucedió con todas las grandes mujeres del justicialismo –tan diferentes como protagónicas de su tiempo-, sus adversarios políticos descargaron su aversión por el género femenino y por la justicia social con furia sobre sus cuerpos: celebraron el cáncer y se robaron el cadáver de Eva, la actriz; secuestraron y torturaron a Isabel, la cabaretera; gatillaron dos veces apuntando a la cabeza de Cristina, gozosa del poder. De esas vejaciones, de esos castigos que se imponen sobre la piel, sobre la materialidad de nuestras mujeres, de esa violencia también habla el silencio en torno a Isabel.”[2]

A partir de ese momento se convierte en la primera víctima de la dictadura genocida. Trasladada al Messidor y encerrada en una habitación tapiada, por dos veces le rapan la cabeza como a las colaboracionistas francesas, es sometida a interrogatorios y hostigada. Cuando un jefe militar a cargo de su custodia osa mostrarse más humano, lo reemplazan por blando. Trasladada a Azul y en manos de Massera, intenta suicidarse. Nada de esto se cuenta entre los crímenes de la dictadura. Parece que hasta Isabel no alcanzan los derechos humanos. Sin embargo, nunca un presidente estuvo tanto tiempo preso ni sufrió tamañas vejaciones.

¿Pero cómo fue que la derrocaron? Veamos un poco.

Como abogado de derechos humanos, me tocó el patrocinio inicial de la querella y la elaboración de una estrategia judicial para unificar todas las causas dispersas de los trabajadores desaparecidos en 1976 en la Planta Avellaneda de Molinos Rio de la Plata S.A., empresa a la sazón perteneciente al grupo económico Bunge y Born, de fuerte incidencia en el comercio exterior agropecuario y en la producción y comercialización de alimentos. Las pruebas que aportamos a la causa evidenciaron la participación de la empresa a través de las autoridades de la planta en el secuestro y desaparición forzada de 23 trabajadores vinculados a la actividad sindical, que pertenecían o eran cercanos a la Juventud de Trabajadores Peronistas (organización de superficie de Montoneros). Muchos de ellos fueron secuestrados en la propia planta, y otros, que no habían caído en la razzia inicial, fueron secuestrados en los meses siguientes. Se acreditó que la empresa entregó un listado a Videla señalando quiénes debían ser secuestrados.[3] La participación empresarial directa en la represión ilegal y el Terrorismo de Estado fue la regla de numerosas empresas cuyos trabajadores fueron sistemáticamente secuestrados, torturados y en muchos casos asesinados a partir del golpe de Estado.[4]

 Menciono ese caso porque el grupo Bunge y Born tuvo un constante enfrentamiento con el gobierno peronista. No sólo se vio afectado por la nacionalización de hecho del comercio exterior sino que, habiendo sido objeto del secuestro de Juan y Jorge Born por Quieto y Galimberti, pagó sesenta millones de dólares de rescate, lo cual era interpretado por el grupo como una consecuencia de la incapacidad del gobierno peronista para controlar a la guerrilla. Por otra parte, por Decreto Secreto 1747 / 1975 se dispuso el arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional de todo el Directorio de Bunge y Born,[5] acusado por el gobierno de Isabel de financiar a la guerrilla. Pero además, junto a toda la burguesía y oligarquía agroexportadora, este grupo económico reclamaba incesantemente por el control de precios, había intentado boicotear el Pacto Social mediante el acaparamiento de stock y el mercado negro, y centraba sus críticas en la pérdida de la tasa de ganancias como consecuencia del deterioro de la situación internacional del comercio agropecuario, y la negativa de los ministros de Economía Gelbard y Gómez Morales a devaluar significativamente la moneda. 

             Este último punto es el clásico de los clásicos de la política argentina. El complejo agroexportador, principal fuerza económica del país, ha considerado siempre a la industria como una excrecencia parasitaria y al mercado interno como un molesto obstáculo para la obtención de beneficios. No hay período histórico en que no haya bregado por obtener devaluaciones, generalmente con éxito, para así maximizar su tasa de ganancias en desmedro del poder adquisitivo del salario y del resto de los sectores del país Es esta constante presión, junto con la inflación, la que ha influido siempre sobre la colosal y sistémica depreciación de la moneda.

           La "flexibilización" de los precios de las manufacturas  que dispuso Gomez Morales –sucesor de Gelbard- no alcanzó en igual medida a los precios agropecuarios. “Así, el problema de los ingresos se impuso como el principal reclamo de las corporaciones agropecuarias al Gobierno durante 1975. (…). En dólares corrientes por tonelada, los precios de trigo habían caído un 27,3% entre 1974 y 1976, el maíz, un 11,5%, en el mismo período, y la carne, un 31,6%. A su vez, en el mercado interno se conjugaban precios oficiales bajos, que se mantenían invariables ante el avance de la inflación. Entre enero y abril de 1975, el precio real del novillo había caído un 16% y el de trigo, un 19%. Esto arrastró la tasa de ganancia agraria, que, de valores superiores al 20% entre 1972 y 1974, se desplomó al 7,9% en 1975, con lo que alcanzó el punto más bajo de la serie 1950-1980.”[6] 

Las corporaciones rurales iniciaron un proceso de unificación y protestas. “En diciembre de 1974, la SRA, las CRA y la Coninagro conformaron el Comité de Acción Agropecuario (CAA), que en marzo de 1975 se lanzaría a la acción directa.” Durante 1975 comenzaron los "paros agrarios", amenazando generar desabastecimiento y aumentos de precio.  Fue acompañada a su vez por “movilizaciones, cortes de ruta y actos de intimidación violentos para garantizar el acatamiento”. Entre enero y junio de 1976, se realizaron 11 paros agrarios de alcance regional y 3 de alcance nacional (ver trabajo citado.). En medio de esta crisis, el gobierno intentó un cambio de rumbo al reemplazar a Gómez Morales por Celestino Rodrigo, quien implementó un violento ajuste de las variables económicas conocido como “Rodrigazo” Además de las protestas sociales y sindicales que generó esta brusca devaluación, en las sombras avanzaron las conspiraciones cívico-militares para derrocar a Isabel.

Hoy se sabe que algunas de las principales usinas empresariales del golpe de Estado fueron el “grupo Perriaux” (por el apellido del intelectual que lo encabezaba) y el “grupo Azcuénaga” (este último derivaba su nombre del petit hotel propiedad de Pedro Blaquier, titular de Ingenio Ledesma, sito en Azcuénaga 1673 de Buenos Aires, donde se reunían muchos de los conspiradores civiles).[7] “Quienes aparecen en ambos grupos son funcionarios de las distintas dictaduras o empresarios que integraron grupos de lobby antes y después del golpe de marzo de 1976”, apunta Muleiro en reportaje de Pagina 12. Son también los mismos que protagonizaron el proceso de la deuda externa a partir del golpe y se hallaron ligados a sucesivos procesos de canje de deuda y litigios contra el país. “El Grupo Azcuénaga se conforma en 1973 –dice Muleiro– con el gorilaje desorientado tras el rotundo triunfo del peronismo. (…) A medida que el gobierno peronista, tras la muerte de su líder, entra en crisis y se debilita, la actividad del grupo se acelera. Uno de los contertulios era Jaime Perriaux, que saca de allí una ‘mesa chica’, que se reúne en Recoleta, donde sale la pata civil del videlismo con eje en José Alfredo Martínez de Hoz y la participación de Mario Cadenas Madariaga, Horacio García Belsunce (padre), Guillermo Zubarán, Enrique Loncan y Armando Braun.” El interés por el accionar de este grupo se avivó a partir del enjuiciamiento de Blaquier en la causa por el secuestro de trabajadores durante el “apagón de Ledesma”, y pone en evidencia que los mismos sectores empresariales que se oponían a Perón e Isabel ayudaron a planificar el golpe de estado y la represión ilegal y participaron activamente en esta última así como en el plan económico ultraliberal de Martínez de Hoz.

                 Así las cosas: ¿fue tan mala Isabel como dijo la fuerte campaña de desprestigio de estos sectores, propagada desde el tándem Clarin-La Nacion?

En el extenso reportaje que hice a Fernando “el pato” Galmarini, me aportó algunas reflexiones de interés, que, se compartan o no, proporcionan otra visión[8]:

                  -¿Y sobre Isabel qué podés decir?

                  - No conozco pormenores, pero no fue una mujer que se fue a tomar sol a la playa del sur de España…

                 "Seguramente, Isabel hizo lo que pudo. Cuando muere Perón, ella queda en medio de un tremendo despelote. Y debe haber dicho: "si pego cuatro gritos, me muestro enérgica, tal vez logro algo de orden". Pero no le hubiesen dado ni cinco de pelota, ni aunque hubiera gritado cuatro horas por día, porque era imposible eso. Entonces, a partir de eso, porque quiso parecerse, según algunos, o muchos, a Evita, o porque no pudo conducir lo que era inconducible, Isabel fue denostada.

                -Lo que más le achacan no es no ser Evita, sino el poder que tomó López Rega y con él la Triple A.

                 -Bueno, una vez más, hay que recordar que para muchos López Rega era un operador de la CIA. Fuera de esta sospecha, que es muy plausible, para ella debe haber sido alguien de confianza, alguien que estuvo muchos años con ella y con Perón en el exilio. ¿Adónde se iba a respaldar?  Si a vos en el peronismo hoy te cuesta saber quién te garca y quién no, imaginate en ese momento.

                   -De hecho, cuando Oyarbide pide la extradición de Isabel por la causa de la Triple A, allá en España dicen que no hay pruebas para involucrarla en la planificación de los atentados de la Triple A. Tal vez sabía o no sabía, pero es muy difícil de probar judicialmente. La resolución de la justicia española es bastante razonable desde el punto de vista jurídico.

               -Acá hay algo contradictorio. Por un lado, dicen que no tenía capacidad, y por el otro, que era capaz de planificar una represión parapolicial en masa. Me parece un disparate pensar que Isabel pudo haber planificado las operaciones de la Triple A...

                  -¿Y por qué considerás vos, a través de los años, que Perón la pudo haber puesto a ella, o haber dado el visto bueno para que sea su vicepresidenta?

                - Si yo soy Perón, que obviamente no lo soy, hago lo mismo que él. No le voy a dar el poder, en ese momento, a alguien que tampoco hubiese podido, ni siquiera empezar a conducir al peronismo, como era Ricardo Balbín. Yo creo que lo que hizo Perón, era inevitable. En el medio de ese quilombo, cualquier persona era discutida por todo el mundo. Dicen que Perón intentó decir que no a la fórmula con Isabel. Decía que el nepotismo se condena hasta en el África. No sé si habrá sido una frase de ocasión o un rechazo sincero. Pero al final terminó optando por Isabel.

                   -En realidad lo de Balbín tenía también otros inconvenientes. Porque, suponiendo que  lo hubiera puesto de vicepresidente, también quedaba el país sin oposición democrática. La única oposición habría sido la de afuera del sistema institucional. O la guerrilla o los golpistas

                   - No era solamente el peronismo, porque en el radicalismo también se resistía la postulación de Balbín. Alfonsín era uno de los que lideraban esa oposición interna. No podemos olvidar el fuerte componente antiperonista del radicalismo, como de otras fuerzas políticas, que nunca pusieron el grito en el cielo cuando estaban cercenados los derechos políticos de los peronistas. Poco les había importado nuestra proscripción, el exilio de Perón, que nos intervinieran el PJ y la CGT, salvo para los momentos en que necesitaban nuestros votos. Entonces, no es que sólo Alfonsín se oponía al acuerdo de Balbín y Perón sino que dentro del radicalismo estaba muy enraizado el rechazo a Perón y la complicidad con las maniobras proscriptivas.

                 -Volviendo a Isabel…

                -Isabel, yo creo haber sido un reivindicador suyo. A mí me parecía que era una mujer con la que habíamos sido injustos, porque yo la había conocido presa, y muchísimos años después de eso estuve en el Messidor (que es la casa del gobernador de Neuquén, donde la llevaron cuando la sacaron de Casa de Gobierno) y hablé con la mujer que la atendió allí durante su cautiverio en poder de los milicos; y ella me contó que durante todo el tiempo que estuvo allá, no la dejaron salir ni siquiera al jardín: "Mire, llegó con nada –contaba esta señora-. Al día siguiente yo tuve que ir a comprarle la bombacha y las medias al pueblo. No tenía nada. No hizo ningún reproche, no me dijo nada en contra de nadie, no dijo nada".  No estaba solo yo escuchando a esta señora, estaba con el Beto Pierri. Y la mujer reivindicó la dignidad de Isabel. Una mujer que nunca nos dijo que fuera peronista, sólo que era una laburanta del Messidor. Reivindicó la dignidad que mantuvo Isabel todo ese tiempo que ella la estuvo cuidando.

                “Es claro que Isabel no era Perón, y tal vez no haya tenido un talento político sobresaliente, pero acompañó a Perón en los momentos más difíciles en el extranjero, vino al país en misiones jodidas, cuando había que bancárselo al nene de Vandor, cuando tuvo que ir a Mendoza, y no sabía si no le metían un cohetazo. Había que estar ahí. Dicen que Perón, en el exilio, se la pasó como un millonario, pero es una gran mentira. Ella lo bancó en ese exilio que no era un exilio dorado como dijeron. Y estuvo allá con él todos esos años. Así que yo, contrariamente a lo que se piensa, la reivindico.

                  "Porque a muchos de los que hoy son detractores de Isabel, nunca los vi en una celda, nunca estuvieron en cana... Cuando la cosa estaba más o menos jodida, se las tomaron. Yo, frente a estas cosas, tengo mis reservas. Si hay un tipo al que le veo agallas, que ha peleado, y no la quiere a Isabel, yo lo escucho porque puso las pelotas. Ahora, cuando hay otros que son la supuesta inteligencia peronista, que hablan libremente de todo y nunca pelearon por nada, su opinión me merece escaso respeto.    

                   “Yo creo que fue una maltratada de muchos sectores del peronismo en términos generales. Cuando Isabel estaba detenida en San Vicente, la fui a ver a la Quinta acompañando a Julio Arriola, que era su abogado. Ahí conocí lo que había sido la Quinta que Perón le había comprado a Mercante, y donde hoy están los restos del General y donde algún día debemos llevar los de Evita. Pero en ese momento no era una quinta sino un matorral por lo abandonada que estaba. Ahí la conocí a Isabel. Habremos estado dos horas. Estaba todo custodiado, estaba presa,  los canas, y las fuerzas armadas compartían la custodia,  porque había sido presidenta, y no querían que alguien la mate, que le pase algo. Así que fueron un par de cafés los que me invitó Isabel. Habló muchísimo, de su vida en el exilio, del peronismo. Y fue, la verdad, muy amable. El gesto adusto de Isabel en la presidencia, este gesto duro, tiene que ver con los momentos que se vivían. Pero en privado era amable. Con Isabel hablamos mucho aquella vez de la historia del peronismo. No sé cuánto sabía ella, aunque debía conocer bastante, porque al lado del Viejo era imposible no aprender.

                 En otro tramo de la entrevista, sostuvo Galmarini:[9]

          -¿Pensás que con Balbín como vice en vez de Isabel hubiera cambiado algo?

         -Mirá. Todos comprendían que Perón estaba viejo y enfermo. Si –como de hecho ocurrió- el General moría durante su mandato, ¿qué suerte correría un sustituto radical, obligado a hacerse cargo del Poder Ejecutivo en un gobierno peronista cruzado por un millón de quilombos internos? Por eso, no acuerdo con quienes creen que ponerlo a Balbín hubiera solucionado algo en medio de semejante inestabilidad. Ni Balbín, ni Isabel, ni nadie quizás, podrían haber conducido eficazmente todo este despelote después de la muerte de Perón, no se trataba de un nombre o de otro. Si a Perón, que era el gran conductor del país, le había costado la vida intentar encauzar la situación política, es ilusorio pretender que Balbín lo hubiera conseguido. También es injusto demonizar a Isabel como se ha hecho. Isabel no era sólo la esposa de Perón, sino también su compañera de lucha política, que se había formado a su lado durante el prolongado exilio, y a la cual Perón había otorgado misiones de responsabilidad cada vez mayor. Como sea, al fin se eligió a Isabel como compañera de fórmula, y para la Tendencia fue una derrota. Aunque en principio se evitó expresar públicamente la decepción, en las reuniones hacia adentro se sinceraba. Estábamos peleando contra una decisión avalada por Perón.”

                  Por supuesto que entre los asiduos denostadores de Isabel estaba la mal llamada “izquierda peronista”, vale decir los montoneros y su esfera de influencia. Es sintomático que hasta el título de “primera presidenta y jefa de estado de una república presidencial de la historia” le haya sido negado, a pesar de que se lo reconozca el Libro Guinness[10]. [11]. No una sino varias veces Cristina Fernandez de Kirchner sostuvo que la primera presidenta mujer era ella, omitiendo intencionadamente a Isabel. Luego, ante lo evidente del escamoteo, aclaró que era la primera “electa por el pueblo”, como si a Isabel no la hubiera votado la inmensa mayoría del pueblo argentino en tanto compañera de fórmula de Perón, de quien se sabía que posiblemente no terminaría su mandato y por tanto sería reemplazado por ella. El odio y resentimiento generacional produce tales escamoteos…

 Y más grave aún,  bajo el revival filomontonero durante el gobierno de Kirchner, se impulsó desde algunas esferas del poder la extradición de la ex presidenta para ser juzgada por supuestos crímenes de lesa humanidad. El juez Oyarbide, siempre servil al poder de turno, se apresuró a acatar órdenes y solicitar la extradición argumentando que Isabel debió haber ordenado asesinatos ya que participó en reuniones de gobierno en las que se exhibieron filmaciones de inteligencia sobre personajes de izquierda o asociados con los sectores llamados “subversivos” que luego resultaron asesinados por bandas parapoliciales.

         La respuesta de la justicia española fue contundente: mediante auto nº 7/2008, con fecha 28/4/2008, se rechazó el endeble pedido de extradición del juez argentino por falta de todo fundamento serio. Entre otras cosas consideraron los magistrados españoles: “…desde el punto de vista jurídico-penal, que es el único que aquí debe interesar, no encontramos que le sea exigible responsabilidad a la reclamada, lo que no implica que no le fuere exigible en otros ámbitos, en los que ni lo afirmamos ni lo negamos, porque no es función nuestra entrar en ellos.” Y agrega: “falta el elemento objetivo, es decir, que haya realizado alguna de las específicas conductas exigidas para hablar de delito de Lesa Humanidad. Es cierto, sin embargo, que la misma resolución, más adelante, refiriéndose a la reclamada, dice que “su conducta había otorgado una cooperación sin la cual los hechos no habían podido cometerse de la forma en que se hicieron”, pero tal consideración lo único que aporta es un dato impreciso, no ya porque que no conecta con ningún crimen concreto que pudiera cargarse en la cuenta de la reclamada, sino porque tampoco permite saber, si es que siquiera tuvo capacidad para tolerar la perpetración de cuantos concretos crímenes pudiera haber cometido la  “Triple A”, siendo como era una asociación cuyo control efectivo lo llevaba López Rega. (…) no podemos aceptar que se haga extensiva a la reclamada la cooperación en los diferentes delitos de resultado perpetrados por la asociación “Triple A”, cuando ni siquiera se le atribuye que haya pertenecido a ella, extensión que tampoco cabe por la vía de la omisión, habida cuenta que quien ostentaba el dominio real sobre las acciones de dicha asociación era López Rega. La responsabilidad penal es estrictamente personal y no puede surgir de un genérico  apoyo político o ideológico, de manera que para la imputación de un concreto crimen será preciso un mínimo de capacidad de control o, al menos, un mínimo de conocimiento sobre el mismo, requisitos que no observamos que se cumplan en relación con la reclamada, vista la interferencia de quien o quienes realmente tenían el control efectivo y absoluto de la “Triple A” y los concretos actos ejecutados por ésta. (…) el hecho de que ésta presidiera una reunión en la que se proyectaron diapositivas con la imagen de quienes después serían asesinados, por supuestas responsabilidades en actividades subversivas, (…) no es suficiente para establecer una relación causal, a efectos penales, entre quienes vieron las imágenes y quienes decidieron ejecutar tales asesinatos, ya que una cosa (el visionado de unas imágenes) no tiene como consecuencia que avoque otra (que se decida matar). (…) Relata el Juez reclamante que en dicha reunión “se habría determinado la eliminación de Julio Troxler”, pero ni siquiera esta mención es suficiente para aclarar la imprecisión en que incurre el relato; primero, porque el empleo del impersonal “se”, en la medida que hace referencia a un sujeto anónimo, resulta incompatible con la personalización que ha de hacerse cuando de precisar responsabilidades individuales se trata, como ocurre en el ámbito del Derecho Penal, incurriéndose por ello en una indefinición, que es mucho mayor, si tenemos en cuenta que el modo del verbo que se emplea es el potencial, el cual, como es sabido, define, como sólo posible, la acción que describe; y segundo, y precisamente por lo anterior, tal y como se redacta esa parte del relato, no se puede saber, caso de que se determinara la eliminación de Julio Troxler, si ello fue por acuerdo de todos los presentes en aquella reunión, o si hubo quienes discreparan, como tampoco se indica hasta qué punto ese acuerdo adoptado pudo ser llevado a cabo en contra o sin conocimiento de quienes disintieran de él, porque luego se ejecutase a sus espaldas, sin que, por lo tanto, tampoco se sepa hasta qué punto esos eventuales disidentes tuvieron opción de impedir la ejecución.” También refieren que dicha cuestión se trata de un mero testimonio “de oídas”, es decir, de un tercero que  no lo presenció directamente, lo cual tiene escasa virtualidad probatoria. Como surge  de los razonamientos de los jueces españoles, la ex Presidenta pudo haber tenido responsabilidades de otro tipo –políticas, morales, etc.- pero no penales, porque para imputarle las mismas hay que demostrar fehacientemente que ella participó y no que tales asesinatos fueron ejecutados a sus espaldas. En suma: la causa contra Isabel resultó ser una fantochada más de las tantas de la Justicia argentina, especialista en querer contentar al gobierno de turno, que a la sazón estaba en manos de enemigos políticos de Isabel Perón.

           Sería muy extenso e inoportuno en este libro analizar el gobierno de Isabel que sin duda presenta flancos muy controvertidos. Entre sus defensores ortodoxos se le atribuyen diferentes logros de una política de sesgo nacionalista, tales como: nacionalizar las bocas de expendio de combustibles; nacionalizar las agencias noticiosas extranjeras. nacionalizar los canales de televisión 7, 9, 11 y 13. y 36 radioemisoras comerciales, así como la "Panamericana de Televisión", única convertidora de ciclaje de Sudamérica; nacionalizar la  Editorial Codex; penalizar la “subversión económica”; sancionar la Ley de represión al narcotráfico; suspender el negociado que colocaba por cincuenta años la producción siderúrgica en manos del Brasil (Mineração Corumbaense Reunida de Brasil); declarar la nulidad de los contratos del Estado, la ITT y Siemens, por mayores costos cobrados a ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones); frenar el negociado de la Compañ{ia Italo Argentina de Electricidad,  que pretendía venderle la empresa al Estado pese a que debido al tiempo transcurrido ya le pertenecía por derecho a la Nación; suspender el negociado de valores internos y de bonos externos, y del Banco Popular Argentino; sancionar la Ley de nacionalización de los depósitos bancarios; proceder al arresto del directorio de Bunge y Born, por subvención a la guerrilla, sancionar la Ley del Sistema Nacional Integrado de Salud; sancionar la Ley de Contrato de Trabajo Nro. 20.744, LCT (su tratamiento comenzó bajo Perón), impulsar la ley nacional de prensa; negarse a contraer empréstitos pese a las dificultades económicas sobrevinientes. (La deuda externa recibida por Campora  ascendía  a 5.189 millones de dólares, y al 24 de marzo de 1976 seguía siendo la misma, con los intereses pagos; pronto la dictadura militar se encargaría de multiplicarla);  proyectar una reforma constitucional que restableciera el artículo 40 de la Constitución de 1949 (declarando los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y demás fuentes de energía y recursos, propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación;  realizar una reunión de gabinete en la Antártida para dejar en claro la pretensión soberana argentina sobre ese el sector; haber interceptado  armamento presuntamente destinado a la guerrilla enviado desde Gran Bretaña (160.000 proyectiles consignados a la embajada británica y remitidos de contrabando en la carga de un buque, toneladas de armas con el mismo destino, descubiertas en el avión de la British Caledonian, contrabando de ametralladoras marca Stirling, etc.); pedir el retiro del embajador inglés el 13 de enero de 1976 ante la decisión unilateral británica de suspender las negociaciones sobre las Islas Malvinas y de enviar la misión "Shackleton"; ordenar el cañoneo de una nave británica, el 4 de febrero de 1976, por su incursión en aguas territoriales argentinas; etc. En el lado del debe, sus detractores mencionan el mal manejo económico que se tradujo en la fuerte devaluación del “Rodrigazo”, y le imputan, aunque sin fundamento suficiente, el haber dado inicio a la represión ilegal. Resulta sumamente ilustrativo sobre este punto el hecho de que la extrema derecha y la izquierda le endilguen responsabilidad en los llamados “decretos de aniquilamiento”, invocados más tarde por las defensas de los militares genocidas en el Juicio a las Juntas (Causa 13/1984), bajo un curioso argumento: los mismos que derrocaron a Isabel y la mantuvieron presa pisoteando la Constitucion Nacional, pretendieron que al instrumentar el plan sistemático de exterminio mediante crímenes de lesa humanidad no habían hecho otra cosa que “acatar” las órdenes del propio gobierno que habían derrocado (¡!!!!). No lo acataron ni respetaron la subordinación constitucional cuando lo derrocaron alevosamente, pero sí a la hora de cometer los más sangrientos crímenes… Tales argumentos fueron desechados como era lógico por el tribunal que juzgó a los genocidas, y en ese  mismo juicio histórico se determinó que la expresión “aniquilar el accionar” era una terminología militar que no implicaba “aniquilar personas” mediante la desaparicion forzada y otros mecanismos de terror. En su testimonio, Italo Luder (el candidato a Bordaberry) explicó que «aniquilar el accionar de los elementos subversivos» aludía a “inutilizar la capacidad de combate de los grupos subversivos, pero de ninguna manera significa aniquilamiento físico ni violación de la estructura legal que en el país permanecía para derivar todo lo que fuera represión dentro de un marco legal”. En la sentencia, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal sostuvo que la orden no podía entenderse fuera del contexto jurídico de aquel momento, cuando la Carta Magna, las leyes de la Nación y los tratados con las naciones extranjeras seguían siendo la ley suprema de la Nación. Independientemente de ello, el único decreto que ostenta la firma de Isabel Perón es el  261/75 del 5 de febrero de 1975, que pone en marcha el Operativo Independencia al ordenar al Ejército actuar militarmente con el fin de «neutralizar y/o aniquilar el accionar» subversivo en Tucumán, provincia en la que el ERP se había instalado desde mediados de 1974 con la Compañía Ramón Rosa Jiménez, llegando a controlar un tercio del territorio provincial en la zona de Monteros con el objetivo de generar una zona liberada que pudiera ser reconocida internacionalmente. Los restantes decretos que ampliaron esta metodología no fueron suscriptos por Isabel –en uso de licencia por motivos de salud- sino por el Presidente Provisional del Senado, el citado Ítalo Luder. Para entonces Isabel ya no tenía fortaleza política para frenar el avance del poder militar que finalmente la derrocó. Cabe recordar aquí que Perón, mientras vivió, se opuso terminantemente a incorporar a las Fuerzas Armadas a la represión de la guerrilla y sostuvo en todo momento que era un “asunto policial”, consciente del peligro que implicaba abrir las puertas a la represión militar. Lamentablemente, esta conducta no se mantuvo.

             Tal vez algún lector se haya sorprendido ante la mención del secuestro de material armamentístico inglés con presunto destino a la guerrilla. No debería sorprender, pues en el derrocamiento de Perón en 1955 buques británicos proveyeron armas a la Armada argentina sublevada para que pudiera efectuar bombardeos contra el gobierno. Pero pertrechar a una guerrilla marxista no es lo mismo, objetarán. Veamos esta curiosidad histórica imperdible, que demuestra que el imperialismo angloyanqui y la guerrilla pueden ser buenos aliados cuando las circunstancias lo exigen.

           Según el informe de Lord Franks preparado para el Parlamento Británico por el Consejo de la Corona y publicado en enero de 1983: : "Enero 22, 1976: Los  comandantes argentinos son contrarios a aprobar cualquier medida militar susceptible de facilitar el mantenimiento en el poder del régimen de la Señora de Perón. Si bien es posible que se establezca una corta tregua, es previsible la toma de nuevas medidas (por parte del gobierno peronista) contra los intereses británicos bajo la forma de un aumento de presión hostil, tanto política como económica. Nunca antes un gobierno había atacado con tanto enseñamiento los intereses británicos en el Río de la Plata.”

                   Recordemos que, un poco exageradamente tal vez, Peron había escrito en 1964: "El imperio británico celebró mi caída como una victoria típicamente inglesa. Ante una Cámara de los Comunes delirante de entusiasmo, Winston Churchill desencadenó todos los fuegos de artificio de su pirotecnia verbal. Señaló que mi derrota era para el Imperio, un hecho tan importante como la Segunda Guerra Mundial y que no se me daría tregua ni cuartel, hasta el final de mis días". Ello no parece tan exagerado si consideramos que, según Ferns, antes del acceso de Perón al poder, la Argentina "absorbió entre el 40 y el 50% de todas las inversiones fuera del Reino Unido". (pag. 397) El acuerdo Perón-Eisenhower sobre explotación petrolera rompió el aislamiento que Londres aspiraba a tejer respecto del gobernante argentino. Sobre el golpe de 1955 Peron sostuvo alguna vez: "Quizá un error de nuestra parte fue no haber considerado siempre a nuestro gobierno como una etapa de la lucha secular contra Inglaterra que se inicia con las invasiones inglesas".

                 Tal como recuerda el doctor Julio González, en  el segundo tomo de la obra del historiador británico Ferns sobre la Argentina, este sostiene: "Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón". (pag. 247)

                No resulta extraño, pues, que el 18 de abril de 1974, el diplomático inglés Micke John Bishop fuera detenido en el momento de introducir al país un contrabando de armas. El diario "La Nación" reseña el entredicho en estos términos: "La Justicia Federal en lo Criminal y Correccional investiga lo relacionado con el secuestro, efectuado el 10 del actual por personal de Prefectura Naval Argentina, de varios bultos que contenían 17.500 proyectiles calibre 9 mm., munición de guerra, acondicionados en cajas utilizables para pistola, fusil y ametralladora, que fueron desembarcados del rompehielos de la marina británica Endurance". A ese contrabando de armas siguieron otros dos, según informara el diario "Mayoría"; uno interceptado en otro buque inglés y el tercero en una aeronave de la British Caledonian. No está demostrado que tales armamentos estuviesen destinados a la guerrilla, como sostienen los defensores de Isabel, pero no puede descartarse la insidiosa acción inglesa para fomentar el caos y la violencia interna.[12]

            Consciente del desgaste que sufría su autoridad, Isabel adelantó las elecciones presidenciales de 1977 a octubre de 1976. La cercanía de esos comicios evidencia una vez más que el golpe de estado carecía de argumentos de urgencia militar y política pues la guerrilla había sido militarmente derrotada y pronto habría un nuevo gobierno si las elecciones hubieran podido desarrollarse. Pero es claro que no querían un cambio democrático de gobierno sino aprovechar la oportunidad para consumar la mayor matanza de opositores registrada en los anales argentinos y la destrucción del aparato productivo en procura de un retorno al modelo agroexportador, para intentar una vez más abolir el peronismo.

 



[1] Amato, Alberto (2024), El día que los comandantes le gritaron a Isabel Perón, la hicieron llorar y recibieron una firme respuesta: “No renuncio”, art. publicado en infobae el 24 de marzo de 2024, disponible en <https://www.infobae.com/sociedad/2024/03/24/el-dia-que-los-comandantes-le-gritaron-a-isabel-peron-la-hicieron-llorar-y-recibieron-una-firme-respuesta-no-renuncio/>

 

[2] Hoya, Manuela,

[3]  Causa FLP 311/2013. Ver http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/buscan-activar-la-causa-por-las-desapariciones-en-molinos-rio-de-la-plata-2305.html

Ver también: Causa Molinos Río de La Plata: llaman a declarar a los primeros testigos. <http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/causa-molinos-rio-de-la-plata-llaman-a-declarar-a-los-primeros-testigos-2746.html>

[4] Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad. Represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado (2015). Tomo I 1ra. edición - noviembre 2015 Editado por la Dirección Nacional del Sistema Argentino de Información Jurídica. Editorial Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación Disponibñle en <https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/empresas_tomo_1-digital_infojus.pdf>

[5] DECRETOS SECRETOS Y RESERVADOS, ARRESTOS, Fecha de sanción 24-06-1975, Publicada en el Boletín Nacional del 20-Mayo-2013. ARRESTESE A DISPOSICION DEL PODER EJECUTIVO NACIONAL A LOS COMPONENTES DEL DIRECTORIO DE LA SOCIEDAD BUNGE Y BORN LTDA. S.A. COMERCIAL, FINANCIERA E INDUSTRIAL, ELEGIDOS POR LA ASAMBLEA DEL 30 DE ABRIL DE 1975.

 

[6] Sanz Cerbino Gonzalo (2015),La Participación Empresarial en la Conspiración Golpista en Argentina (1975-1976)”, Dados - Revista de Ciências Sociais, vol. 59, núm. 1, 2015, Instituto de Estudos Sociais e Políticos (IESP) da Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ) Disponible en  <http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=21845644006>

 

[7] Muleiro, Vicente (2012) “1976 El Golpe Civil”, Ed. Booket, Buenos Aires.

Ver también: Dandan Alejandra, (2013) “Un petit hotel para la usina civil del golpe de Estado”, art. publicado en Pagina 12 en 26 de agosto de 2013, disponible en < https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-227616-2013-08-26.html>

 

[10] https://www.guinnessworldrecords.com/world-records/first-female-president/

[11] Antes de ella,  tres mujeres habían ejercido la jefatura de gobierno de repúblicas parlamentarias con el título de «primera ministra» (Sirimavo Bandaranaike en Sri LankaIndira Gandhi en India, y Golda Meir en Israel), y otras tres la jefatura de estado ceremonial de estados socialistas (Khertek Anchimaa-Toka en Tannu TuváSükhbaataryn Yanjmaa en Mongolia, y Soong Ching-ling en la República Popular China.)

[12] Ver, v.g., González, Julio (2007)  Isabel Perón. Intimidades de un gobierno, Buenos Aires: El Ateneo, 2007.

 

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