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LA TAPERA DEL LAPIDADO, cuento de Javier Garin

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  Por Javier Garin 1   Mi padre me contó que le contó su madre… Ella, de niña, en Colonia Caseros, vio la tapera del lapidado. La vio una sola vez, nada más. Una sola vez se atrevió a entrar en el campo maldito, con otros chicos, en un momento de arrojo o de inconsciencia infantil. Los colonos evitaban pasar por allí. La calle vecinal que bordeaba el campo maldito no la transitaba nadie, por miedo. Caballos y sulkys daban la vuelta en el cruce y tomaban por otra huella. Pronto la calle desapareció bajo matorrales. Pero los chicos sabían que la calle y la tapera existían. Se desafiaban unos a otros a ir. Nadie iba. Todos miraban de lejos, y aún de lejos les parecía aterrador. Esa única vez se animaron y fueron. Eran un grupito de cinco chicos, tres varones y dos niñas, de no más de diez años. Después de pisotear los rastrojos y enredarse en incontables púas y espinas, llegaron hasta la tranquera abandonada. Ahora había que animarse a saltar. Lo hicieron uno tras otro.

LA TUMBA BAJO EL CIRUELO (cuento de fantasmas suburbano) de Javier Garin (de "Historias del Fin del Mundo")

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      Cuento de fantasmas suburbano de Javier Garin (de "Historias del Fin del Mundo")                                                                               1                             Entre las historias de horror que han sobrevivido en la tradición oral de mi familia, ocupa un lugar destacado el crimen de los Cansino.                          La prensa amarilla de entonces sacó buen jugo al asunto. Reunía los ingredientes: una madre malvada, tres hijos sumisos, un crimen oculto en la aparente paz del hogar, y los fantasmas de la culpa clamando por justicia... Combinación sensacional.                          Se me perdonará que aclare cómo se ha conservado esta historia en mi familia. Dio la casualidad de que uno de mis tíos maternos fue, en su adolescencia, amigo del menor de los varones Cansino. Cuando el crimen fue descubierto, nadie pudo creer que ese simpático joven, visita habitual en casa de mis abuelos, hubiera guardado por años tan sangr