EL JUEZ Y EL CONDENADO, por Javier Garin ("Historias del Fin del Mundo")
Por Javier Garin. -Emanuel Kant –dijo el Juez por toda explicación. Distante detrás de su escritorio, el Juez tamborileaba con impaciencia sus dedos mortecinos, grises, como polillas crecidas en la penumbra de los archivos y en las grutas polvorientas de los expedientes arrumbados. Así lo recordaba el convicto desde aquella última audiencia posterior a su condena: la cara blanca e inexpresiva de foja numerada, a la que sólo faltaba el membrete de “uso oficial” para completar una indubitable filiación forense; el bigote tembloroso como antenas de un insecto ciego, de hábitos nocturnos; y aquellos lentes delgados de láminas de hielo, que nunca enfocaban la vida, que sólo leían la vida a través de los informes en jerga de los escribientes judiciales. -¿Emanuel Kant? –preguntó el condenado, sintiendo desvanecerse su última esperanza. -Kant, sí –repuso el Juez con malsana satisfacción-. El imperativo categórico. Vamos, profesor. Usted lo conoce bien, es un h