EL MITO ELITISTA DEL HÉROE DENUNCIADO POR DOSTOIESKI Y DEFENDIDO POR NIETZSCHE. Por Javier Garin.

 


Por Javier Garin

 


EL HÉROE O SUPERHOMBRE MAS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL.

En una versión cinematográfica relativamente reciente de “Crimen y Castigo”, ambientada en una época distinta a la novela, Raskolnikov tiene en su cuarto una foto de Nietzsche. 

En la versión de 1935, dirigida por Von Sternberg y protagonizada por un fenomenal Peter Lorre, el retrato en la pared corresponde a Napoleon, el ídolo de Raskolnikov segun Dostoieski.

Napoleon y Nietszche son dos representaciones de la ideología supremacista y antiigualitaria que profesa Raskolnikov, cultor del mito del héroe u hombre extraordinario que él identifica con el Emperador de los franceses y Nietszche teoriza en el Superhombre.

Raskolnikov cree que hay dos morales: una para el rebaño o el hormiguero, vale decir, para el común de los hombres, y otra para los héroes u hombres extraordinarios, que, al ser superiores, están más allá del bien y del mal. No sólo no están obligados a respetar las normas morales del rebaño inferior y despreciable, sino que tienen la obligación de violarlas para cumplir su destino y hacer avanzar a la Humanidad, que sin el aporte provindencial y puramente individual de estos grandes hombres jamás habría salido de las cavernas. Él mismo lo explica: si Newton hubiera tenido que matar a una, diez o cien personas para que la ley de gravedad fuera conocida, no sólo podía haberlo hecho de manera legítima, sino que incluso estaba moralmente obligado a hacerlo... No sólo convierte el asesinato en un derecho de los hombres excepcionales sino tambien en una obligación.

En forma casi coincidente, Nietzsche también distingue dos morales: la moral del señor, aristocrática y dominante, y la moral del esclavo: el cristianismo.

Hay una tendencia, en estos tiempos de analfabetismo literario y falta de comprensión de textos, a identificar a un escritor con sus personajes principales. Y así algunos inocentes imaginan que Dostoieski era ateo como Ivan Karamazov (y no un empedernido cristiano conservador) o que admiraba a los superhombres como Raskolnikov. Pero quien piensa como Nietzsche no es Dostoieski sino su personaje, a través del cual el gran novelista profetiza con singular clarividencia la aparición de Nietszche como filósofo y del nazismo como ideología deshumanizante.

En la prefiguración de Nietzsche que Dostoieski hace por medio de Raskolnikov, el genio ruso nos alerta sobre el peligro de ese tipo de concepciones profundamente elitistas, de las cuales se burla a través del personaje del juez instructor Porfiri Petrovich, funcionario humanista a cargo de la investigación penal, que toma a la chacota a Raskolnikov para obligarlo a confesar sus crímenes. 

La radical diferencia entre uno y otro es que el humanista Dostoieski repudia y ridiculiza la construcción ideológica de su personaje, como expresión del mal, que conduce al asesinato y la locura, mientras que Nietzsche la adopta como bandera. 

EL MITO DEL SUPERHOMBRE: MANIFESTACION DE LA CULTURA IMPERIALISTA.

Ambos están dando cuenta de un fenómeno: la crisis de valores que produce en el mundo la expansión del imperialismo capitalista europeo en Asia, Africa y Oceanía, que busca liberarse de las trabas de la moral tradicional para encontrar así una legitimación en su afán de someter a los pueblos “incivilizados”, “débiles”, “malogrados “, y a la naturaleza, a su dominación sin restricciones ni conflictos morales.

Esto es consecuencia del movimiento expansivo que se inció con la Ilustración en el terreno de las ideas y con la Revolución Industrial en el de la economía.

No por casualidad, parecidas concepciones fueron sostenidas años antes por un defensor del Imperio Británico: Thomas Carlyle, y hallarán clamoroso éxito a través de la difusión del darwinismo y su aplicación a las relaciones sociales. El darwinismo no fue mera descripción de la naturaleza sino también una legitimación ideológica de la dominación social e imperial. Stiner y Spencer son otras tantas manifestaciones del mismo ambiente cultural, al que la pluma de Rudyard Kipling dotó de una mitología literaria.

 Ese es el trasfondo histórico en que se desenvuelve la exaltación del Superhombre y el culto de poder por Nietzsche, filósofo negador de la igualdad humana, anticristiano y antisocialista y partidario del predominio de los fuertes y el menosprecio de los débiles. 

Su filosofía tiene muchos ribetes y desde luego es muy estimulante y poderosa, y no se limita a este tópico, pues ciertamente sería subestimar el genio de Nietszche circunscribirlo a  sus exaltadas  divagaciones. Pero entre sus principales contenidos hay uno que sus admiradores (aunque la quieran suavizar) no pueden ocultar: el elitismo y el desprecio. No por casualidad los nazis lo tomaron como su gran referente filosófico. 

Los más benévolos de sus comentaristas y exégetas sostienen que no hay que entender a Nietszche textualmente, que en realidad es un filósofo vitalista y no supremacista, que los supremacistas eran su hermana y su cuñado, furiosos antisemitas, que llegó a ser adorado por los nazis porque sus textos fueron manipulados por la hermana, etcétera.

Sin embargo, y aunque soy admirador de Nietszche y lo leo con gusto y provecho, hay que comprender que no podría haberse convertido en ícono nazi si ya no se contuviera en sus doctrinas un germen.

Compárese el vitalismo de Nietszche con el de Walt Whitman y se comprenderá la diferencia. El segundo es propiamente un poeta vitalista que exalta el disfrute del mundo y de la vida, pero que hace el "santo y seña de la democracia". Sus versos trasuntan amor generalizado, lindante con el panteísmo. En sus enumeraciones interminables (que algunos critican porque no comprenden su sentido), pasa revista minuciosamente a la gente humilde que observa a su alrededor llevando adelante sus vidas y ejerciendo sus oficios, y los ve como manifestaciones de la energía vital y no como "débiles y fracasados que merecen perecer".

 Nietszche, en cambio desarrolla un "vitalismo exclusivista", un vitalismo para los fuertes. A cada instante se le escapan dicterios y escupitajos para los inferiores, los que no son más que un obstáculo para la liberación de las únicas energías que le interesa liberar: las de los fuertes.

Reprocha a los judíos haber creado una religión de esclavos, ya que son y siempre fueron -según él- un pueblo de esclavos, pero lo suficientemente inteligentes y astutos como para lograr imponer la moral de los esclavos a otros pueblos que debieran ser por naturaleza sus amos. A través del judaísmo y el cristianismo, el pueblo judío ha logrado encadenar la voluntad de la civilización occidental a una religión y una moral cuyo principal objeto es someter a los fuertes a las normas de los esclavos... ¡Sin duda eran más bellos los tiempos en que los paganos, libres de la dominación espiritual del judeocristianismo, podían arrojar a los vencidos a los leones en la arena del Circo sin remordimientos, o prender fuego a los rebeldes y hacerlos arder como antorchas humanas, o llenar la Vía Apia de esclavos crucificados a lo largo de toda Italia! ¡Hermoso tiempo en que los fuertes no debían someterse a la "moral de los débiles"!

Nietszche es el filósofo moral que triunfa en los tiempos del imperialismo precisamente por eso: porque los imperialistas tambien tienen el mismo anhelo: no sólo poder sojuzgar a los débiles, sino tambien encontrar en ello una "virtud" en vez de un pecado.

¿Qué ve de malo Niesztche en el cristianismo? Sobre todo, la compasión por "los débiles y fracasados". Entre los innumerables crímenes que cometió la Iglesia en sus tiempos de poderío y esplendor terreno, él elige criticar... ¡la compasión! Sin duda los paganos eran más sinceros: oprimían despiadadamente...

Dirán que tergiverso a Niesztche. Leamos sus propias palabras, tomadas de Anticristo:

 “¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo.

¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad.
¿Qué es la felicidad? El sentimiento de lo que acrece el poder; el sentimiento de haber superado una resistencia.
No contento, sino mayor poderío; no paz en general, sino guerra: no virtud, sino habilidad (virtud en el estilo del Renacimiento, virtud libre de moralina).
Los débiles y los fracasados deben perecer; esta es la primera proposición de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarlos a perecer.
¿Qué es lo más perjudicial que cualquier vicio? La acción compasiva hacia todos los fracasados y los débiles: el cristianismo.” 

Este librito expresa con sinceridad cosas que el propio Nietzsche ya había sostenido en otras obras de manera menos inequívoca. Por algo, sus amigos vacilaron en publicarlo póstumamente: era demasiado sincero, demasiado chocante, y hasta dudaban si al escribirlo Nietszche no estaba ya en estado de locura. Eso podría pensarse si no articulara perfectamente este librito con el conjunto de su sistema.

LA FILOSOFIA ADORADORA DE PODER Y LA SOBRECOMPENSACION ADLERIANA

Esto, precisamente es lo que Dostoieski temía que pudiera pasar y contra lo cual alertaba en sus novelas: que si se abandonaba la moral humanista cristiana y se dejaba paso a la filosofía adoradora del poder y negadora de la igualdad, prevaleciera esa idea de que es posible y moralmente válido suprimir a los indeseables, como pregona Raskolnikov, Nietzsche en el Anticristo y más tarde Hitler.

Agrego una consideración sobre la perspicacia psicológica de Dostoieski: Raskolnikov no tiene talento y Nietzsche si, pero comparten que ambos son hombres enfermos. 

Nietzsche no se cansa de exaltar al Superhombre cuando él mismo es un persona débil y enfermiza que vive atormentada por toda clase de dolencias físicas y mentales, y que termina perdiendo la razón. 
Ross, su biógrafo, sintetixa así la última década de su vida, la más fecunda en creaciones filosóficas: "La enfermedad se ha convertido en su compañera inseparable; los innumerables cambios de domicilio son una herramienta en la búsqueda del clima más adecuado para su trabajo. Las relaciones humanas se diluyen o se rompen: la soledad, en tantas ocasiones deploradas, es condición sine qua non para hacerse con toda la concentración creadora." 

Enfermo y aislado, como el protagonista de Crimen y castigo.

Dostoieski se esfuerza en demostrarnos la condición enfermiza de Raskolnikov, agobiado por dolencias físicas y mentales, humillado por su condición social, impotente para resolver el drama de su familia  y hundido en la pobreza.

El hombre extraordinario que pregona Raskolnikov y el Superhombre que pregona Nietzsche son idénticos hasta en eso: representan fantasías compensatorias de hombres débiles y enfermizos.

A ese punto llega la genialidad psicológica de Dostoieski: para teorizar acerca del Superhombre hay que ser enfermizo: los fuertes de verdad no elaboran teorías compensatorias. 

Ricardo Tercero de Shakespeare es un obsesionado tirano porque es un hombre tullido y amargado, que siente que todos se burlan de él y de sus deformidades: Shakespeare comprende que solo alguien con algún defecto físico grave como Ricardo Tercero puede estar tan obsesionado en demostrar su superioridad. 

Sobre este tópico desarrolló su teoría psicológica Alfred Adler, uno de los principales teóricos del psicoanálisis, quien estudió las fantasías compensatorias de superioridad de pacientes que padecen alguna disminución grave en su salud.

De este modo  se confirma la perspicacia y penetración de quien es considerado uno de  los mayores psicólogos intuitivos de la literatura, cualidad ésta que Nietszche admiraba y reconocía en Dostoieski, acerca del cual escribió en una carta: "Excepto Stendhal, nadie me ha causado tanto placer y sorpresa: un psicólogo, con el que yo me entiendo."

NIETZSCHE ADMIRA A DOSTOIESKI COMO PSICÓLOGO PERO LO DESPRECIA COMO REPRESENTANTE DE LA "MORAL DE ESCLAVOS" CRISTIANA

Que de alguna manera el Dostoieski real es la contracara de Raskolnikov y por ende de Nietszche, lo demuestra la correspondencia que este último intercambia con el escritor danés Georg Brandes. Dice Brandes a Nietszche, acerca del ruso: 

"Es un gran poeta, pero un tipo repugnante, completamente cristiano y, al mismo tiempo, absolutamente sádico en su vida emotiva. Toda su moral es lo que Usted ha bautizado como moral de esclavos."

Nietzsche responde manifestando su acuerdo con la descalificación de la persona y moralidad de Dostoieski aunque lo reivindica como psicólogo:

"Creo de manera absoluta en sus palabras acerca de Dostoieski; por otra parte, lo considero como el material psicológico más válido que yo conozca;  le estoy increíblemente agradecido, aunque vaya siempre en contra de mis instintos más profundos."

En su ensayo "El caso Wagner" Nietzsche contrasta lo que él considera "moral de señores" (Herren-Moral) y la moral de esclavos propia de los valores cristianos (Moral der christlichen Werthbegriffe), diciendo:

"Los evangelios nos presentan los mismos tipos fisiológicos que describen las novelas de Dostoievski".

Admira la penetración psicológica de Dostoieski pero desprecia profundamente el tipo de moral  "de esclavos" -a su juicio- que éste representa.

En Anticristo, Nietzsche profundiza su desprecio al criticar la caracterización de Jesús como genio o héroe por parte de Renán: 
        "El señor Renan, ese bufón in psichologicis, ha aportado a su aclaración del tipo Jesús los dos conceptos más inapropiados que para esto puede haber: el concepto genio y el concepto héroe («héros»). Pero si hay algo no-evangélico es el concepto héroe. Cabalmente la antítesis de toda pugna, de todo sentirse-a-sí-mismo-en-lucha se ha vuelto aquí instinto: la incapacidad de oponer resistencia se convierte aquí en una moral («no resistas al mal», la frase más honda de los evangelios, su clave, en cierto sentido), la bienaventuranza en la paz, en la afabilidad en el no-poder-ser-enemigo. ¿Qué significa la «buena nueva»? La vida verdadera, la vida eterna está encontrada – no se la promete, está ahí, está dentro de vosotros: como vida en el amor, en el amor sin sustracción ni exclusión, sin distancia. Todo hombre es hijo de Dios –Jesús no reclama nada para sí solo– en cuanto hijo de Dios todo hombre es idéntico al otro… ¡Hacer de Jesús un héroe! ¡Y qué malentendido es sobre todo la palabra «genio»! Nada de nuestro concepto, de nuestro concepto cultural de «espíritu» tiene sentido alguno en el mundo en que Jesús vive. Dicho con el rigor del fisiólogo, aquí estaría en su lugar más bien, una palabra completamente distinta: la palabra idiota."

Para Nietzsche, Jesús es un idiota al estilo del Príncipe Myshkin, el ingenuo protagonista de la novela "El idiota" de Dostoieski.

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