ERNESTO SÁBATO, REIVINDICACION DE UN ESCRITOR COMPROMETIDO Y UN EMBLEMA DE LOS DDHH, por Javier Garin




 Por Javier Garin


1) EXTRAÑO LUJO DE LOS ARGENTINOS: MENOSPRECIAR A ERNESTO SÁBATO

Ernesto Sábato es uno de los más grandes escritores argentinos del siglo XX, y también uno de los pesos pesados del "boom latinoamericano", aunque en este último fenómeno cultural ocupó un lugar muy sui generis, a contramano de las tendencias de moda.
Su pensamiento existencialista -también sui generis- lo acercó a Camus y a toda una generación de grandes intelectuales europeos. Su importancia para las letras hispanoamericanas fue reconocida en 1984, al concedérsele el Premio Cervantes.
Desde el retorno de la democracia, fue asimismo un referente para una generación de argentinos, a la que orgullosamente pertenezco. Símbolo de dignidad cívica y compromiso intelectual en la denuncia de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar genocida, le tocó ser el hombre que a una generación y a un país enteros nos dio la esperanza de que, como sociedad, podíamos encontrar el camino de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Los jóvenes de entonces llevabamos grabadas en la memoria las palabras del Informe final de la CONADEP:
"Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado."
Sin embargo, en los últimos años ha caído sobre su figura, en nuestro país, la execración implacable de los críticos "políticamente correctos". Esto sucede aquí. En el resto del mundo se lo valora con admiración y respeto.
Como muestra del bochornoso sectarismo nativo, baste citar una nota extremadamente tendenciosa de la agencia oficial Telam, al cumplirse los diez años de su fallecimiento, que dice desde su mismo título: "la obra de Sábato tiene una circulación acotada por las sombras de la dictadura". Y agrega que, "salvo raras excepciones, no se estudia en las universidades del país y sus libros no corren la misma suerte que la producción de Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, a pesar de que fue una figura tan importante en el país como sus dos coetáneos." Sostiene que "con sus novelas "El túnel" y "Sobre héroes y tumbas" se consagró internacionalmente, pero que con su participación política durante y después de la dictadura dejó algunas dudas" (SIC). Supuestos motivos políticos y no literarios empañarían su valoración...
              Lo increíble de todo esto es que Sábato, como dije, para la generación del retorno de la democracia representó precisamente lo contrario de lo que en la sesgada nota se le imputa. 
                 Ya analizaremos las causas de tan incomprensible cuanto injusto cambio de percepción. Hagamos un poco de historia.

2)LO QUE A BORGES LE PERDONAN, A SÁBATO SE LO REPROCHAN CON PARCIALIDAD E INJUSTICIA.

Entre los motivos de censura a la figura de Sábato, sus detractores mencionan un almuerzo con Videla en los albores de la dictadura militar, en el que también participaron Borges y el padre Leonardo Castellani, entre otros escritores. Omiten que su histórico trabajo a favor de la Memoria, Verdad y Justicia como Presidente de la Conadep lo reivindica de manera sobrada de aquel pecado.
Borges nunca se arrepintió de aquel almuerzo ni colaboró en la lucha por los derechos humanos, salvo haber firmado una vez una solicitada de Madres de Plaza de Mayo, especulando con que sus posibilidades de obtener el Premio Nobel mejorarían si tomaba distancia tardía de su apoyo a las dictaduras. Recordemos que además de Videla, el escritor ciego llegó a aplaudir en Chile a Pinochet, celebrando, en deplorable paráfrasis de Lugones, que había sonado por fin la "hora de la espada", lo cual era una manera bastante elocuente de apoyar los asesinatos masivos del dictador chileno. Borges no tomó distancia de los militares hasta la guerra de Malvinas, cuando vió que la locura miltiarista había llevado al país de su nacimiento a enfrentarse con su amada patria moral, Inglaterra. Entonces fue que esribió aquel memorable poema de los dos soldados...
Pero lo de Borges se puede perdonar. En cambio, no se puede perdonar que Sábato haya compartido aquel mismo almuerzo, aunque luego se convirtiera en uno de los principales impugnadores de la represión ilegal...
En definitiva, lejos de pretender exculpar a Sábato por aquel almuerzo, me limito a señalar que el hombre se reivindicó con su acción posterior, lo que de ninguna manera puede sostenerse de su colega.
Entre las críticas acerbas que se dirigen a Sábato figura la de haber sido "gorila", vale decir, antiperonista. Otro tanto puede afirmarse con mucho mayor fundamento de Borges, que a lo largo de toda su vida fue consecuente en el odio implacable a Perón y a los peronistas. En tiempos de Cámpora, el poeta de Palermo llegó a afirmar que la democracia era "un abuso de la estadística"...
Sin embargo, tambien aquí la visión es parcial. Sábato fue uno de los primeros intelectuales de fuste del antiperonismo que revisaron su actitud luego de la caída de Perón. En 1956 escribió un notable texto titulado "La otra cara del peronismo", en el cual, entre otras cuestiones medulares, plantea: “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora. Pues ¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta. La mayor parte de los partidos y de la intelligentsia, en vez de intentar una comprensión del problema nacional y de desentrañar lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de inevitable y de justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa, al bon mot de sociedad. Subestimación que en absoluto correspondía al hecho real, ya que si en el peronismo había mucho motivo de menosprecio o de burla, había también mucho de histórico y de justiciero."

3) LA VALENTÍA NECESARIA PARA PRESIDIR LA CONADEP EN 1984 Y LA COBARDÍA INDISPENSABLE PARA ERIGIRSE EN CRÍTICO INTRANSIGENTE EN 2021.

             Vayamos al centro de su actuación cívica, la Conadep, de la que fue presidente por designación de Raúl Alfonsín.
              Quienes vivimos aquel proceso de la recuperación democrática recordamos el enorme peso simbólico de  Sábato, uno de los dos más famosos escritores del país, al frente de la Comisión encargada de investigar el destino de los desaparecidos.
                Fue un trabajo ímprobo, histórico, y una de las bases para que el pueblo argentino tomara plena conciencia de la necesidad de respetar los derechos humanos y proclamar frente a la represión ilegal, como el propio Sábato lo consignó en el Informe presentado en 1984 al Presidente de la Nación: "nunca más".
               Pero este prólogo también se le reprocha desde un lugar de comodidad  que produce asco y vergüenza ajena por la vulgaridad, mala fe e injusticia de sus críticos. Tomemos como ejemplo la despreciable acusación que lanza una de las escritoras citadas en la nota de Telam, una tal Elsa Ducraroff, que se supone que es una ensayista. Esta deslenguada señora describe al prólogo del Nunca más como "terrible, porque lo que hace Sabato básicamente es dar vuelta la frase 'por algo será', (...) una forma de aprobar las desapariciones diciendo que las víctimas 'algo habrían hecho' (...) una "pieza políticamente execrable, porque mantiene intacta la presuposición de que hay víctimas en este mundo que se merecen que se les haga eso, y de esa forma justifica el terrorismo de Estado"  (SIC). La pobre señora no sabe lo que dice, desgrana infamias sin la menor vergúenza ni escrúpulo y con el avasallante desparpajo de una autentica bestia bruta. Sus deplorables expresiones son citadas como revelaciones de autoridad, cuando parecen los desvaríos de una completa ignorante. ¡Y recibe espacio en una nota de una agencia oficial!
          Es fácil para la imprudente señora creerse mejor que Sabato y censurarle el prólogo del Nunca Mas desde una presunta verdad revelada y desde supuestos y falsos consensos de hoy. Pero había que tener CORAJE CÍVICO para investigar y denunciar los crímenes de la dictadura, como se hizo en 1984, cuando todavía estaba fresco el olor de la muerte en los pasillos de los centros clandestinos de detención y resonaban aún los gritos de los torturados, cuando no se sabía si la dictadura militar estaba muerta o podía regresar a vengarse. El propio prólogo hace referencia a ello:
"En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de «la guerra sucia» , de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión. Y nos acusan de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido. Pero no es así: no estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza; sólo pedimos la verdad y la justicia"
El día en que los ignorantes presuntuosos como esta señora sean capaces de hacer un diez por ciento de lo que hizo Sabato entonces, vengan a hablar. Porque hacerse los guapos con los genocidas en 2021 es fácil. ¡Lo peligroso era denunciar sus crímenes en 1984!
           Cuando Sábato dio a conocer el informe de la CONADEP, yo era joven y militaba en derechos humanos, como muchos de los jovenes que nacíamos a la vida política.
            En esos momentos, salida de la dictadura, la percepción social era en gran medida (lamentablemente) “justificadora de la represion ilegal”. Fuera por miedo, por ignorancia o por lavado de cabeza de los medios, a los que militábamos en DDHH nos acusaban de “defender terroristas”. Si uno hablaba con cualquier vecino, la respuesta era que la represión ilegal había sido un "mal necesario" y que "al menos acabaron con la guerrilla". También estaba instalado por los medios que había habido "excesos" condenables pero que en conjunto "estaba bien". Ese era el discurso social predominante cuando Ernesto Sábato y el Nunca Más lo destruyeron por completo con pruebas contundentes de que no se trataba de excesos sino de un plan sistemático de exterminio. Exactamente lo contrario de lo que afirma la ignorante señora.
              Esa percepción popular justificatoria de la represion ilegal cambió gracias a  Sabato y a Alfonsín, es decir al Nunca Más y al Juicio a las juntas, además de las luchas de los organismos, los familiares y las víctimas sobrevivientes.
               El reconocimiento a Alfonsin es necesario y justo, desde que la soberbia que padecemos los peronistas nos lleva a una memoria selectiva: en las elecciones de 1983, mientras Alfonsín ponía en claro su intención de someter a juicio a las Juntas militares, Luder mantenía un silencio cómplice y dejaba entrever con gestos inequívocos que no pensaba tocar la ley de autoamnistía dictada por Bignone. Cuando Alfonsín denunció un acuerdo del peronismo para no juzgar a los militares, no hubo una sola oportunidad en la que Luder lo desmintiera.
               La "teoría de los dos demonios", de la que se acusa a Sábato con injusticia, fue una invención de la dirigencia radical y peronista de entonces. Se corporizó dramáticamente, no en el prólogo de Sábato, sino en el discurso político de Alfonsín y de Menem y en las medidas de impunidad que terminaron adoptando.
          En un recordado programa televisivo emitido el 4 de julio de 1984, la CONADEP adelantó las conclusiones de su investigación. Fue en su presentación que el Ministro del Interior  Antonio Tróccoli igualó por su “metodología aberrante” el terrorismo subversivo y el Terrorismo de Estado. Los  organismos  de  derechos humanos criticaron a Tróccoli por su igualación de ambas violencias y resaltaron el papel de Sábato al establecer una clara distinción entre los delitos cometidos por los particulares y los perpetrados desde el Estado.

33
                La materialización más notable de la "teoría de los dos demonios" fue el posterior intento alfonsinista de justificar sus decision de dictar las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida a causa de las presiones y sublevaciones militares.
              Fue en esos momentos que se produjo la definitiva ruptura del alfonsinismo con el movimiento de derechos humanos, que ya venían distanciados. Fue muy fuerte y muchos cuestionamos duramente a Alfonsin por ello, pero a Sabato se lo seguía respetando y admirando. 
             En los años noventa se produjeron los indultos de Menem a represores y a líderes montoneros. Esa equiparación que se hizo de los "dos demonios" seguía la línea de los decretos de Alfonsín de juzgamiento "en paralelo" de las cúpulas militares y las subversivas, pues a la par de Firmenich y compañía se indultaba a Videla y compañía. Pero ¡oh sorpresa! la conducción montonera apoyó a Menem con emoción y lágrimas en los ojos. Había que festejar que Firmenich saldría en libertad....
               Como consecuencia de la impunidad así consagrada, aparece el movimiento de H.I.J.O.S. a reclamar mediante los escraches la justicia que las leyes e indultos les negaban. Pero así y todo, aún se seguía respetando en general a Sabato como un ícono de los derechos humanos. 
               El kirchnerismo tuvo logros memorables y dignos de los mayores elogios para el campo de los DDHH, como la anulación de las leyes de impunidad e indultos y el reinicio de los juzgamientos a los represores. 
               Sin embargo, a la sombra de ese proceso vindicativo, justo y necesario, y como un fruto indeseado, se produce un fenómeno a mi entender negativo: la creciente influencia de la vieja cúpula de Montoneros en temas culturales y de derechos humanos, con la clara y deliberada intención de construir una "nueva historia" distorsionando lo ocurrido en los años setenta para pintarlo bajo una luz menos desfavorable.
                 Recuerdo que en 2005, cuando publiqué la primera edición de mi Manual Popular de Derechos Humanos, se comunicó conmigo la redacción de la revista montonera "Questión Latinoamericana", que tenía oficina en el recuperado Hotel Savoy, y me pidió le llevara ejemplares para distribuir, a lo que accedí naturalmente.  Cuando me acerqué, fui atendido personalmente por su director Roberto Perdía, quien me trató con mucho respeto y elogió mi Manual. Publicó una reseña laudatoria en su revista, en la que sólo constaba una crítica a los planteos excesivamente formalistas que se me atribuían.
               También en aquellos años, un ex miltiante montonero amigo mío, ya fallecido, me dijo reveladoramente: "Javier, estoy cansado de que nos presenten como víctimas pasivas de la dictadura. Nosotros éramos militantes y luchadores."
                Estas anécdotas que ahora evoco son ilustrativas de una creciente tendencia que aspiraba a algo más que al juzgamiento de los genocidas -reclamo formalista de Justicia - y que pretendía una "reivindicación histórica de la generación combativa de los setenta". Las desfasadas cúpulas creyeron que había llegado el momento de reescribir la historia, autoglorificandose y logrando ex post facto un reconocimiento que la sociedad les había negado desde el momento mismo en que decidieron enfrentarse con el General Perón y arrastrar a su militancia a un desastre político y militar. Para ello, había que crear una nueva imagen de las organizaciones armadas, presentando los años setenta y la lucha guerrillera como una gesta heroica y popular.
               La verdad histórica fue muy diferente. La lucha armada fue apoyada por el pueblo peronista cuando era contra Onganía o Lanusse. Cuando se volvió contra el gobierno de Perón, el pueblo los abandonó y los repudió.
               Pero esta pretendida reescritura de los años setenta se topaba con un escollo: el prólogo al "Nunca Más".
                En ese documento histórico Sábato y la Conadep criticaban la violencia en general antes de pasar a ocuparse de la represion ilegal. 
                Esto discordaba con la versión autorreivindicativa. Incluso hubo una tentativa, luego frustrada, de suprimir el prólogo original en las sucesivas reediciones del libro por Eudeba. Ante la indignación que ello produjo, los autores de tal idea debieron contentarse con anteponer un prólogo nuevo.
 
4) SÁBATO JAMÁS EQUIPARÓ LOS DOS DEMONIOS Y JAMÁS JUSTIFICÓ LA REPRESION ILEGAL SINO PRECISAMENTE LO CONTRARIO.

              Transcribiremos los dos párrafos del prólogo de Sabato al Nunca Más que tanto condenaron desde la izquierda autorreivindicativa atribuyéndole ser una expresión de la “teoría de los dos demonios",  pese a que no equipara la violencia contestataria con el Terrorismo de Estado sino que considera a este último “INFINITAMENTE PEOR”. 
              Léaselos objetivamente y sin distorsiones partidistas y apréciese si hay algo condenable o groseramente falaz en ellos.
                "Durante la década del 70 -dice el prólogo cuestionado- la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: "Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura".
                  "No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.”.
              Estos son los párrafos que molestan y por los que se "condena" y "censura" a Ernesto Sábato. Sin embargo, se aprecia que, lejos de equiparar a los supuestos "dos demonios", dice con toda claridad que el Terrorismo de Estado es "infinitamente peor" que los delitos cometidos por las organizaciones armadas.
             Podemos estar de acuerdo o no con la condena que hace este texto del accionar violento de los grupos de izquierda, podemos o no considerarlos como expresiones válidas de la lucha popular, pero lo que no podemos es sostener que Sábato haya asimilado o equiparado el terrorismo de Estado con la violencia de izquierda. Dice todo lo contrario.
                En el resto del prólogo, Sábato hace una descripción general, pero precisa, de la metodología del Terrorismo de Estado y rechaza de plano toda posible justificación esgrimida por los represores, tal como la invocación de una "guerra sucia" o la reducción de los horrores a meros "excesos" individuales, y deja en claro que se trató de un plan sistemático de exterminio, agregando que los casi nueve mil casos descubiertos de desaparecidos son sólo una parte de un número presumiblemente mucho mayor,  porque mucha gente no había querido o no se había atrevido a denunciar la desaparición de familiares.

CONCLUSIÓN:
         
                El encuentro de Sábato y otros escritores con Videla en 1976 fue un error grave del cual SE REIVINDICÓ AMPLIA Y COMPLETAMENTE mediante su desempeño al frente de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP).
            Su antiperonismo es una postura personal válida aunque no se  comparta, y de la cual el propio Sábato hizo revisión ya en 1956.
             Su actuación en la investigación de los crímenes de la dictadura fue un momento estelar de civismo, que merece la gratitud de nuestro pueblo:  uno de los hitos del proceso de recuperación de la democracia y en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia.
              El Prólogo del Nunca Más, que tanto molesta a la izquierda autoglorificatoria, constituyó un texto de una importancia capital para destruir las mentiras de los represores en los instantes previos a su juzgamiento. Strassera mismo, fiscal de las Juntas, ha reconocido que el trabajo de Sábato y el informe elaborado por la Conadep fueron la base de la acusacion fiscal contra los represores.
               No hay una sola palabra en el texto de Sabato que pueda considerarse fuera de lugar o complaciente con la represión, sino todo lo contrario. La referencia a la violencia de izquierda sólo puede molestar a las cúpulas que la llevaron adelante y hasta el día de hoy son incapaces de autocrítica, ya que en ningun momento la equipara con el terrorismo de estado.
                 Despejada así la cuestión política de manera muy favorable para la recuperación de la figura de Sábato, sólo queda disfrutar (o no) de su obra literaria. Habrá lectores que admiren más, como yo, el seudo policial existencialista de "El Túnel", otros que prefieran la aventura iniciática -ideal para jóvenes- de "Sobre Héroes y Tumbas", y otros que se inclinen con preferencia  a los inteligentes y enjundiosos ensayos de un escritor y pensador de enorme trascendencia.


 

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