FIODOR DOSTOIESKI, UN PROFETA ANTI-IDEOLÓGICO", por Javier Garin

 

Por Javier Garin.

LA (IN)CULTURA DE LA CANCELACION VERSUS EL GENIO

He dedicado numerosos artículos al preocupante fenómeno de la cultura de la cancelación y la censura políticamente correcta.

Sin embargo, esto es sólo un nuevo nombre para el viejo fenómeno de quienes creen que el pensamiento, el arte y la literatura deben estar subordinados a la aprobación o desaprobación de la secta de moda.

En su tiempo, el pensamiento republicano, liberal e izquierdista cuestionaba a Honorato de Balzac porque era monárquico y conservador. Pretendían que no se leyera a ese “burgués reaccionario”. Pero la calidad literaria de Balzac superó largamente a sus defenestradores “políticamente correctos”, y hoy se lo reconoce como uno de los grandes genios de la literatura.

Otro tanto ocurre con Fedor Dostoieski (ver nota 1), uno de los mayores escritores de la historia universal. En un podio a los cinco más grandes genios literarios de la Humanidad, Dostoieski tendría un lugar asegurado.

Sin embargo, también fue cuestionado y se lo pretendió censurar por sus opiniones políticas y religiosas, que iban a contramano de la corriente progresista dominante en el siglo XIX y que resultan hoy sumamente incómodas para los “censores de lo políticamente correcto”.

No sólo en sus novelas, sino también en sus diarios y correspondencia, Dostoiesky evidenció un rotundo viraje filosófico posterior a su condena por participar en un grupo extremista, pecado de juventud del que se arrepintió tras un simulacro de fusilamiento y una estadía en la cárcel.

Este espectacular "cambio de bando"fue motivo de escándalo entre los “políticamente avanzados” en la Rusia de su tiempo y todavía molesta a muchos autodenominados “progresistas” e “izquierdistas”, al punto de pretender ocultar o disimular sus ideas maduras sólo porque no les gustan.

Sin embargo, a despecho de gustos y disgustos personales, como bien señalaba un lector en un atinado posteo, Fedor “en su "Diario de un escritor" deja bien claro que era rusófilo, paneslavista, cristiano ortodoxo a su manera y antieuropeo. Desligar el Dostoievski de las novelas del Dostoievski real de Diario de un escritor es absurdo; y de hecho, sus últimas cuatro novelas son conocidas como novelas de ideas”.

Suscribo esta opinión, y agrego que su pensamiento humanista cristiano y antiprogresista informa toda la literatura de su madurez.

Por supuesto, los censores no pueden cancelarlo, ya que la majestuosidad de su obra es tal que ningún enano podría taparla con sus anteojeras ideológicas. Pero “cancelan” la parte que no les gusta.

IRA DE LOS SECTARIOS CONTRA EL DOSTOIESKI REAL

A raíz de mi participación en un agitado grupo de Lectores de Dostoieski, me han asombrado las reacciones y comentarios de quienes, no compartiendo las creencias religiosas y políticas de Dostoieski, tratan de desnaturalizarlas con fervor digno de mejor causa.

Aclaro, para prevenir sospechas personales, que no soy creyente sino ateo y que estoy más cerca del anarquismo que de cualquier otra postura política, pero mis convicciones nunca me han impedido gozar de la enorme literatura de Dostoieski porque él pensara distinto y defendiera el retorno al cristianismo y el régimen zarista.

¿Por qué razón eso me impediría aprender de Dostoieski y disfrutarlo? No lo entiendo. Este gigante literario tiene mucho más que sus opiniones personales para ofrecer al lector: sus tramas impecables, sus climas, su eficaz y penetrante psicología, su capacidad de introspección, los diálogos magníficos con objetiva exposición de todas las posturas, los debates morales y filosóficos que genera, las preguntas que formula y que obligan al lector a pensar y tomar posición sin intentar forzarlo a seguir un camino predeterminado.

A Dostoieski, como a cualquier gran creador, hay que aceptarlo como fue y no pretender “transformarlo “ post mortem“ para llevar agua al minúsculo molino ideológico de cada cual.

DOSTOIESKI, CRISTIANO

Algunos, enemigos de la religión, al debatir estas cuestiones en las redes, se indignan ante la afirmación de que Dostoieski era profunda y militantemente cristiano: verdad archisabida. ¿Desearían tal vez un Dostoiesky ateo? Pero era enemigo del ateísmo. La tesis principal de los hermanos Karamazoff es la frase “si Dios no existe todo está permitido”. Impugnación contundente a lo que él consideraba como un mundo al borde del abismo de la ausencia de valores. Toda su obra madura apunta al retorno a la religiosidad cristiana y la expiación y el arrepentimiento como condiciones de la salvación. Salvación individual de sus personajes atormentados y colectiva del pueblo ruso. Cristiano no significa obviamente católico, pues Dostoieski pensaba que la Iglesia había destruido el cristianismo: lo dejó muy claro en la parábola del Gran Inquisidor. Pero no cabe duda de que la religiosidad es una de los pilares de la novelística dostoieskiana, aunque disguste a la actual moda agnóstica.

DOSTOIESKI EXPRESA SU CRISTIANISMO A TRAVÉS DEL DESTINO DE SUS PERSONAJES. Yo entiendo que muchos se confundan por el hecho de que Dostoieski da libertad a sus personajes para hablar contra la religión. Varios personajes argumentan libremente y con solidez contra Dios, como hace Ivan en su última novela, pero esa no es la opinión de Dostoieski, quien defiende la religión y se opone al ateísmo y al nihilismo, a los que considera la peste del siglo diecinueve. Los personajes que se rebelan contra los valores cristianos terminan pagando las consecuencias: Raskolnikov pregona el fin de la igualdad ante Dios enseñada por Cristo y defiende al “gran hombre” que está por encima del hormiguero, y así se convierte en doble homicida y termina en la carcel. Ivan Karamazoff, autor intelectual del parricidio que comete Smerdiakov y constante impugnador de la religión, se vuelve loco, porque la fría razón sin fe ni amor conduce para Dostoieski a la locura y la Crimen. Los protagonistas de Los demonios asesinan por ideología y poder y terminan también mal. Kirilov declara abolir a Dios y acaba su vida con un suicidio patético y caricaturesco. El ateísmo para Dostoieski llevado hasta sus últimas consecuencias conduce al desastre. Solo los personajes que alcanzan la fe logran redimirse a través de la expiación y el sufrimiento, como Mitia Karamazoff. En el caso de Aliosha, el personaje más puro de los Hermanos Karamazoff, que lleva el nombre de su propio hijito muerto, es la encarnación misma de la inocencia y el amor cristiano, que no juzga y perdona.

Lo maravilloso de Dostoieski es que deja hablar a todos y expresa sus ideas de manera indirecta para que el lector llegue a sus propias conclusiones, con superlativa calidad artística.

BUEN DISCÍPULO DE SCHOPENAUER.

En ese sentido, resulta un buen discípulo de Schopenauer, quien señalaba: “La naturaleza no hace como los malos poetas, que cuando representan canallas o mentecatos se ponen manos a la obra de forma tan burda y con tan claras intenciones, que de alguna manera se ve detrás de cada uno de esos personajes al poeta desautorizando continuamente sus sentimientos y discurso, y gritando con voz de advertencia: "Este es un canalla, este es un mentecato; no hagáis caso de lo que dice". La naturaleza, en cambio, actúa como Shakespeare y Goethe, en cuyas obras cada personaje, aunque sea el mismo diablo, tiene razón mientras está presente y habla; porque está concebido de forma tan objetiva que nos implicamos en sus intereses y somos forzados a participar con él: pues, como las obras de la naturaleza, está desarrollado a partir de un principio interno en virtud del cual su decir y obrar se presenta como natural y, por lo tanto, como necesario. - Así pues, quien espera que los demonios vayan por el mundo con cuernos y los bufones con cascabeles será siempre su botín o su objeto de juego. A esto se añade además que, en el trato, la gente hace como la luna y los jorobados: solo enseña un lado; e incluso cada cual tiene un talento innato para transformar su fisonomía a través de la mímica en una máscara que representa exactamente lo que en realidad debería ser y que, al estar calculada exclusivamente para su individualidad, se le ajusta y acomoda tan exactamente que el efecto resulta totalmente engañoso. Él se la coloca cada vez que le importa ganarse las simpatías de alguien. Se le debe hacer el mismo caso que si estuviera hecha de tela encerada."

DOSTOIESKI, ENEMIGO DE LAS IDEOLOGÍAS DESHUMANIZANTES

De igual manera, se molestan incluso hoy por el contenido revulsivo de la novela –en parte parodia política y en parte tragedia- “Los demonios”: la más “política” de sus obras. En su tiempo produjo un verdadero escándalo entre la intelectualidad progresista por su burla feroz contra los revolucionarios, el izquierdismo, el nihilismo y el terrorismo. Es una novela escrita para condenar esas tendencias. Señala con acierto José Antonio Segura: “Con ese libro, Dostoievski hacía explícita su ruptura con el liberalismo de su propia generación, que, al dar la espalda a la Rusia del trono y del altar, habría engendrado a la joven generación terrorista. “Los demonios” era la respuesta a “Padres e hijos” (1862), la novela de Turguéniev cuya ambigüedad permitía que fuese utilizada a favor o en contra del nihilismo, el fenómeno que había bautizado. Joseph Frank, tras leer con su habitual minucia la prensa de la época, afirma que los terroristas dostoievskianos se parecen demasiado a las personalidades radicales que los inspiraron como para seguir asegurando que eran, tan sólo, una caricatura”.

"Los demonios" denuncia las ideologìas de izquierda con la misma contundencia que "Crimen y Castigo" profetiza -a través de las divagaciones de "superhombre" de Raskolnikov-, el el "crimen por ideas", y la línea de elitismo inhumano que conduce, pasando por Nietzsche, a Hitler y los campos de concentración.

En la biografía de Frank, donde cita sus cartas y cuenta la génesis de la misma, aparece expresada con claridad la intención antiizquierdista de Dostoieski. “Lo que escribo es tendencioso. Transmite sin ambages mi opinión a la juventud actual. Que me llamen retrógrado y vociferen contra mí, pero voy a expresar con fuego cuanto pienso”, postula Dostoiesky en una carta de 1870, sabiendo que será objeto de durísimas críticas por parte de los ideólogos izquierdistas de entonces (y de ahora).

Albert Camus, que consideraba a “Los demonios” una de las mejores y más significativas novelas, que la adaptó al teatro, y que sometió a un análisis exhaustivo la figura del suicida racionalista y ateo Kirilov en su ensayo “El mito de Sísifo”, expresó alguna vez que los terroristas de la ficción dostoieskiana le recordaban el accionar de las células terroristas en Argelia.

Maximo Gorki, el mayor escritor de la Revolución Rusa, le reprochaba a Dostoieski haber asestado con “Los demonios” el más duro golpe y la más feroz crítica al movimiento revolucionario ruso. ¿Pero quién tenía razon? ¿Gorki ayudando a entronizar a Stalin o Dostoieski rechazando el terrorismo y el sectarismo de izquierda? La historia ha demostrado que la razón la tuvo Dostoieski, pues en “Los demonios” aparece descripto el delirio omnipotente de las ideologias que condujo, en nombre del socialismo, a todo un rosario de atrocidades que van desde las purgas y los gulags de Stalin hasta las masacres del Kmer Rojo.

J. M. Coetzee, en su brillante novela “El maestro de Petersburgo” recrea ficcionalmente el ambiente en que Dostoieski llevó adelante la escritura de esta gran novela antiideológica, respuesta al bárbaro crimen del terrorista Nechaev, y muestra todo lo que Dostoieski enfrentó con valentía para escribir el que sería uno de sus mayores legados, “un panfleto político transformado en una profecía sobre el destino de Rusia y del alma revolucionaria durante el siglo XX.”.

Vargas Llosa sostuvo recientemente en un diario de España la misma interpretación y rescató el poder profético de Dostoiesky al denunciar las ideologías totalitarias.

Por mi modesta parte, no sólo adhiero a estas opiniones con plenitud sino que en mi libro “ANTICRISTO: HISTORIA DE UNA PROFECÍA JESUÍTICA SUDAMERICANA” dedico más de un capítulo al “profeta Fiodor” y su visión condenatoria de las ideologías deshumanizantes que condujeron a no pocas tragedias durante todo el siglo veinte y lo que va del presente siglo.

UN AUTOR INCÓMODO, GLORIOSAMENTE INMUNE A LA CENSURA IDEOLOGICA

En tiempos de la “cultura de la cancelación”, la censura ideológica, la intolerancia y la dictadura progresista de lo políticamente correcto, Dostoieski se yergue como un bastión inconmovible por la grandeza de su obra, que echa por tierra el enanismo mental de los censores.

Por respeto a su genio, no se puede leer a Dostoieski con las anteojeras de una ideología progresista occidental ni enmendarlo “ex post facto” para adaptar su gravitación y prestigio al gusto e ideología de cada uno. Pero tampoco ello es necesario ni mucho menos conveniente..

No hace falta compartir su forma de pensar para disfrutar de sus gigantescas creaciones, porque Dostoieski es uno de esos raros genios que DAN AUTONOMÍA A SUS PERSONAJES y nunca permite que sus opiniones prevalezcan por sobre su proyecto literario.

Dostoieski fue y es un escritor incómodo. Urticante. No tiene respuestas servidas, sino incógnitas acuciantes. No brinda al lector un catálogo de lugares comunes "bien pensantes" sino una sucesión de desafíos morales, espirituales y filosóficos. No baja línea: invita a reflexionar por uno mismo.

Por eso es felizmente incómodo. Por eso es que vale tanto la pena leerlo.

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NOTA 1: ACLARACION ACERCA DEL APELLIDO: El apellido del genio es una castellanización de un apellido ruso que se escribe en otro alfabeto. La traslación al alfabeto occidental y la grafía castellana ha sido muy diversa. Preferimos la más simple: Dostoieski, con "i" latina y sin la interferencia de consonantes que no cumplen función fonética en nuestra lengua.