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EL PROMONTORIO DE PUERTO MARINO. Por Javier Garin.

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Por Javier Garin A noche tuve un poco de fiebre y me asaltaron varios sueños raros, entre ellos este que convertí en relato:               Los locales lo llamaban “puerto marino” pero no era en verdad un puerto y ninguna embarcación podía acercarse a aquel escarpado promontorio que caía a pico sobre una entrada de mar erizada de rocas. Un caminito unía aquel sitio desapacible, bañado por un mar furioso, con la aldea, situada más abajo, en el verdadero puerto, que no era marino sino fluvial, porque se abría sobre el estuario del rio y desembocaba en el mar abierto luego de un tramo de fangosas aguas dulces. Allí sí había embarcaciones pequeñas que zarpaban de madrugada vacías y retornaban henchidas de peces, cuando había buena pesca, aunque también, durante largos periodos de escasez, podía suceder que a duras penas capturaran lo suficiente para que el pueblo no muriese de hambre. Decían entonces que el Espíritu del Mar estaba enojado y se resignaban a vivir en el límite de subsistencia

COPLAS DEL HOMBRE VIEJO. Por Javier Garin

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  Por Javier Garin El otro día, volviendo de la montaña, se me ocurrió este poemita: La vida del hombre viejo Se va poblando de muertos: Padres, hermanos, amigos, Amores que ya se fueron. En los lugares antiguos Aparecen rostros nuevos. Sus rasgos se han hecho extraños, Incomprensibles sus gestos. El hombre viejo camina Por un incierto sendero. Se ha vuelto intruso en su casa; En su país, extranjero. Nadie confirma su historia. No hay testigos de su tiempo. ¿Lo ha vivido o lo ha soñado? ¿Lo imagina o es recuerdo? El hombre viejo, de a poco, Se refugia en el silencio, Ecos lejanos lo envuelven De voces que enmudecieron. Cuando se acerca la hora, Más y más sueña despierto. Ve los cariños ausentes Los llama y habla con ellos. Y cuando llega la muerte Con su alivio y con su esmero, Al fin se funde y se abraza, Feliz, con los que murieron. JAVIER GARIN

¿Alberto Fernandez fue realmente tan malo? Por Javier Garin.

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  Por Javier Garin                Antes de emprender una autocrítica sistemática del neoperonismo siglo XXI, conviene examinar sumariamente la denostada gestión de Alberto Fernandez, a quien nadie defiende excepto él mismo y un puñado de ex funcionarios, y que todos nos ponemos muy contentos de tener a mano para utilizar como chivo expiatorio ideal de la derrota. ¿Fue un presidente tan malo como lo describe La Nación en el editorial en que le endilga ser el “peor de la historia”, pasando por alto a una larga lista de trágicos dictadores y pésimos gobernantes como De la Rúa o Macri?                Sin duda no fue un óptimo gobierno, pues de lo contrario el peronismo no habría sido derrotado de manera tan dura. Pero no podemos obviar la seguidilla de adversidades que habrían empañado a cualquier gestión. La  pandemia de COVID, la inflación adicional externa generada por la guerra de Ucrania, los vencimientos de la deuda contraída por su impertérrito predecesor “aficionado a las rep

El peronismo luego del traspié electoral de 2023. Apuntes para su reconstruccion. Por Javier Garin.

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  Por Javier Garin. Historiador. Autor de “El último Perón”.   Se equivoca quien piense que el peronismo ha sido derrotado de manera ilevantable por una adversidad electoral, que sólo expresa un momento en la historia del país y del humor social. El peronismo puede estar golpeado, y aún en crisis, pero dista de haber sido aplastado y suprimido, como desearían sus enemigos. Desde su surgimiento, el peronismo se constituyó en un elemento permanente de la vida política y social argentina. Es una cultura política y un “movimiento”, como lo concibió su fundador. Nunca la organización partidaria llegó a ser la clave del fenómeno: siempre el “Partido” fue más bien una estructura organizada y sostenida por motivos legales, pero muy lejos de representar la articulación central del peronismo. En su momento el propio Perón definió a los trabajadores organizados como la “columna vertebral del movimiento”: la evolución del empleo y la ocupación en las últimas décadas -con los trabajadores

LA HISTORIA DE MI ABUELO CAMILO PARTE 3 - LLEGADA A BUENOS AIRES, ESPIRITISMO Y MALOS TRATOS, FUGA DEL HOGAR - Por Javier Garin

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  Por Javier Garin Al quedarse sola en Cuba, los días de mi bisabuela Pilar debieron ser difíciles, porque se hizo aficionada a la ginebra o al ron barato, al principio para relajarse y dormir, y luego a toda hora. A mi abuelo no le gustaba hablar de estas cosas. Me costó muchas horas de conversación en su humilde cuartito poder arrancarle el fragmentario relato de estos hechos oscuros de su madre, que yo ya conocía a través de mi propia madre, pero no con detalle. Mi abuelo se explayaba con comodidad al hablar de toda su vida, menos cuando le dirigía alguna pregunta precisa sobre sus padres, o sobre su infancia antes de los once años, edad en que escapó para siempre del hogar. En La Habana, mi abuelo siguió al cuidado de una nodriza hasta que Pilar terminó de amamantar al hijo del patrón, y entonces se le permitió llevarlo consigo e instalarse en una modestísima piecita de pensión. Ya era lo suficientemente crecido como para conservar algunos recuerdos del tiempo pasado junto a su