¿TRANSFORMAR LA NATURALEZA O CONSERVARLA? LA MALDICION DE LA RAZON INSTRUMENTAL, por Javier Garin

por Javier Garin

TRANSFORMAR O CONSERVAR? LA CRÍTICA DE THEODOR ADORNO A LAS TESIS SOBRE FEUERBACH DE CARLOS MARX.

Si Adorno no hubiera escrito de manera tan deliberadamente abstrusa -cierto pecado de elitismo académico lo desmerece- habría adquirido mucha mayor influencia ideológica que la que tuvo, que no fue poca. El tiempo ha revelado que sus ideas eran no sólo interesantes y originales sino tambien en algunos casos anticipatorias.

Aunque en su momento otros autores de la Escuela de Frankfurt fueron más conocidos y tuvieron mayor predicamento (Adorno era considerado no sólo un autor difícil sino negativo, pesimista, amargo y a contramano del relato victorioso de las izquierdas sesentistas), lo cierto es que su amargura -explicitada en su obra "Dialéctica Negativa", que postula el rechazo de la concepción evolutiva, progresista y cerrada de la versión hegeliano-marxista de la dialéctica) es lo que lo ha hecho perdurable, pues demostró tener razón frente a visiones más complacientes con la destructividad implícita en la naturaleza humana.

En tiempos de crisis global climática y extinción masiva de especies provocadas por el hombre ("antropoceno"), Adorno adelantaba ya en los años sesenta algunas de las ideas que hoy retoma el movimiento ecologista, pese a no haber centrado su reflexion en cuestiones ambientales. Una de sus más interesantes aportaciones es su rechazo a la famosa Tesis sobre Feuerbach que Marx enunciaba así: “hasta ahora los filósofos se han ocupado de interpretar el mundo, y de lo que se trata es de transformarlo”.

Para Adorno esta idea es profundamente equivocada y nefasta. Justamente esa transformación del mundo que preconiza Marx y que es también el caballito de batalla del capitalismo burgués, a la que Adorno y Horckheimer llaman el triunfo de "la razón instrumental” (la razón entendida como capacidad de manipulación del mundo real) es lo que está destruyendo ese mismo mundo.

La razón instrumental triunfante ha demostrado, según Adorno, que el hombre es muy exitoso en destruir y que su progreso consiste en haber sabido evolucionar desde el arco y flecha hasta la bomba atómica.

Para Adorno la función crítica del pensamiento consiste también en criticar la idea misma de transformación. Rechazando el progresismo marxista clásico, Adorno da a entender, visionariamente, que el problema no es transformar el mundo sino tratar de conservarlo para que no terminemos de destruirlo por completo . De esta manera anticipa en décadas las posiciones ecologistas hoy en debate.

ADORNO Y EL ANTICRISTO DE MANUEL LACUNZA

En la obra que compartió con Horkheimer, "Dialéctica de la Ilustración", Adorno y su coautor postulan convincentemente la crítica de la Ilustración en tanto primado de la razón burguesa, la razón instrumental.

El espíritu burgués puede también expresarse como "espíritu del mundo" o "espíritu de la Ilustración", la consagración frenética y acrítica de la razón instrumental, eficiente para obtener los fines propuestos pero desentendida de la racionalidad de los fines mismos. Es ese espíritu el que, según Adorno, condujo directamente a Auschwitz e Hiroshima y convirtió al sueño socialista en Josef Stalin.

Es curioso, notable, pero no extraño, que esta misma cuestión fuera percibida con nitidez por un pensador religioso del siglo XVIII, dotado de una nada desdeñable vocación profética: el jesuita chileno Manuel Lacunza, de quien hablo extensamente en mi libro "ANTICRISTO, HISTORIA DE UNA PROFECÍA JESUÍTICA SUDAMERICANA".

Manuel Lacunza expresa de manera teológica y escatológica los peligros del espíritu de la Ilustración, en tanto razón instrumental y destructiva, bajo la figura del Anticristo colectivo o sistémico contra el cual eleva su voz de advertencia en su famosa obra "La Venida del Mesías en Gloria y Majestad".

Que este libro haya sido escrito en las postrimerías del siglo XVIII, no hace sino poner de resalto la capacidad visionaria del jesuita chileno, pues ya entonces advertía sobre las consecuencias del advenimiento del Anticristo colectivo representado por el espíritu del mundo, el espíritu burgués de la Ilustración, el predominio absoluto de la razón instrumental, al cual se subordinarían todos los reyes y poderosos de la Tierra, y que, como la bestia descripta por el profeta Daniel, todo lo pisotea, todo lo destruye, todo lo devora con sus dientes de hierro y su voracidad ilimitada.

CARLOS MARX, ABANDERADO DE LA BURGUESÍA

Cuando Adorno replantea la Dialéctica marxista, ejerce al mismo tiempo una crítica implacable hacia el contenido burgués del marxismo entonces prevaleciente. Esto podrá parecer sorprendente, pero no es novedoso, ya que el pensamiento de Marx, con todos sus indudables méritos, se encuentra profundamente imbuido por el espíritu de su tiempo, es heredero de la Ilustración, se inspira en la filosofía burguesa de Hegel y en la economía política burguesa de Adam Smith y David Ricardo, adhiere a la fe positiva en las ciencias como liberadoras, ensalza la razón burguesa y hasta llega a reinvindicar el colonialismo europeo como avance de la civilización y como estapa inevitable del desarrollo histórico que debe ser apoyada con entusiasmo. Y repito: no intento desconocer los méritos y hazañas intelectuales de Marx, sólo señalar su profundo imbricamiento en la mentalidad burguesa. Hasta su economicismo responde con toda nitidez a la concepción del mundo de la burguesía, que hace de la economía el centro del universo.

Son típicos de esta actitud los textos en los que Marx demuestra su profunda antipatía e incomprensión hacia los pueblos eslavos y latinoamericanos, su burla y descalificación de las luchas populares de los polacos y de la figura de Bolivar, a quien denigra de manera increible, revelando la profundidad de sus prejuicios burgueses y eurocéntricos. Como ejemplo de esta falsa y distorsionada dialéctica pro imperialista, se pueden citar las -hoy increíbles- consideraciones del biógrafo marxista de Leandro Alem, Alvaro Yunque, quien defiende el genocidio cometido por Brasil, Argentina y Uruguay contra el Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza, que incluyó el extermino de casi toda la población paraguaya masculina, porque los triunfadores representaban "El Progreso" del capitalismo inglés y mundial frente al atraso de un país precapitalista y que, por eso mismo (al parecer) no tenía derecho a existir...

En este sentido es también interesante la posición de Adorno al negar que haya jerarquías -inspiradas en la dialéctica de la evolución- entre las culturas, posición que lo vincula con doctrinas del tercer mundo y con otros movimientos intelectuales de fines del siglo XX, que ponen en cuestión fuertemente el eurocentrismo.

Adorno ha vivido y contemplado el fracaso de los socialismos reales, ha visto fructificar lo negativo que ya estaba en germen en la visión de Marx y que alcanza su clímax en el stalinismo.

En un interesante ensayo sobre la "sociedad disociada", Amelia Podetti efectúa una provocativa comparación entre Marx y Hobbes, hermanándolos contra el razonamiento habitual que los ubica en las antípodas ideológicas. Pero dicho hermanamiento es pertinente, porque si bien el discurso y los fines que se proponen uno y otro autor son muy diferente y hasta contrapuestos, ambos en definitiva, no hacen otra cosa que expresar el espíritu de esa burguesía que Marx aspira a destruir y sepultar. Ambos filósofos tienen los mismos fundamentos burgueses en la base de sus concepciones aparentemente antagónicas.

OTRA VEZ PERON

En su "Mensaje Ambiental a los Gobiernos y Pueblos del Mundo", Juan Perón plantea pionera y claramente que la cuestión ambiental trasciende las fronteras ideológicas y refleja el conflicto más profundo de las relaciones entre el ser humano y la Naturaleza. En todos los discursos de sus últimos años, Peron no deja de plantear la necesidad de cambiar los paradigmas existentes y hace una crítica enconada de las visiones desarrollistas que prevalecen en el mundo y en particular en América Latina. Advierte sobre las consecuencias nefastas de un desarrollo que no contempla las necesidades de reproducción de la Naturaleza y que considera al crecimiento sin fin como un objetivo deseable.

No por casualidad el nombre mismo de "desarrollismo" proviene de una frase habitual de Marx: el "desarrollo de las fuerzas productivas", convertida en lema por el intelectual marxista luego devenido capitalista Rogelio Frigerio, numen del desarrollismo de mediados de siglo XX en Latinoamérica: tendencia muy apreciada y estimulada por la expansión capitalista norteamericana hacia sus colonias del Sur.

Es muy común escuchar en muchos cenáculos contestatarios y "de izquierda" el señalamiento de que el sistema capitalista es el responsable de la destrucción plantearia, y ya advertía sobre ello Manuel Lacunza en su demonización de la Ilustración. Sin embargo, este planteamiento omite de manera tendenciosa e interesada que la destrucción ambiental y el menosprecio de la Naturaleza concebida como mero medio para el fin superior del crecimiento económico son PECADOS ORIGINALES COMUNES TANTO AL CAPITALISMO COMO AL DERROTADO COMUNISMO.

Si hoy el comunismo no se visualiza como corresponsable es porque ha dejado de existir y las izquierdas tienen pésima memoria cuando el pasado no les conviene, no porque no haya sido igualmente nefasto en su concepción industrializadora, extractivista y racionalista instrumental.

Lo que destruye el mundo es el tipo de producción industrial canonizado como cúspide de la evolución humana tanto por el capitalismo que la consagró como por el socialismo que la reprodujo y tomó como modelo. Cuando la Union Sovietica y el mundo socialista empezaron el proceso de industrialización forzada, comenzaron su propio proceso de destruccion de la naturaleza, cuya última expresión -pero en modo alguno la única- fue Chernobyl.

De allí que Perón tuviera una vez más razón plena al acusar por igual a izquierdas y derechas de la destrucción planetaria que se avecinaba

Así como Marx no puede liberarse de la visión de la burguesía que combate, así también las izquierdas han reproducido constatemente las lógicas extractivistas e industrialistas del capitalismo que dicen combatir.

Por eso cuando vamos a los ejemplos más cercanos a nosotros, vemos que tanto Bolsonaro como Evo Morales ejecutaron políticas para destruir la Amazonia, porque sus antagonismos ideológicos no les impidieron compartir la misma concepcion desarrollista, segun la cual la naturaleza está para ser destruida y explotada y el desarrollo de las fuerzas productivas es lo único que importa. Por eso también la izquierda latinoamericana ha apoyado los cultivos transgénicos y el agro negocio, adoptando mansamente los desarrollos teconologicos de las usinas de las multinacionales alimentarias, y cuando el paraguayo Lugo intentó resistir a la aprobación de cultivos transgénicos fue destituido en menos que canta un gallo.

Recorriendo America y en relación al problema de la Amazonia que tanta preocupa -y con razón- al Papa Francisco, pude comprobar la verdad de Peron cuando afirma que izquierda y derecha hacen lo mismo en relación al medio ambiente, al ver la obstinación autoritaria del marxista García Linera por destruir el Tipnis reprimiendo a los indios que se oponían, la quema de la Chiquitania por Morales, o, en el Ecuador de Correa, la represión de las poblaciones indígenas para expandir el petróleo y la minería en el oriente petrolero, sin que hubiera grandes diferencias con los medios empleados por Bolsonaro en Brasil, solo diferenciándose en el discurso. Mismas acciones, otra retórica

Esto se debe, una vez más, a que en la base de las concepciones capitalista y comunista hay un fondo común ideológico denunciado muy bien por Adorno y contra cuyas nefastas consecuencias alertaba Lacunza: el predominio absoluto y acrítico de la razon instrumental, máximo legado de la Ilustración, la exaltación acrítica de la tecnología y la ciencia, la eficiente racionalidad de los medios y la abrismal irracionalidad de los fines, qiue sólo contemplan como objetivo el crecimiento y el lucro, sin importar la devastación que su consecución entraña.