LA VISITA, por Javier Garin
Por Javier Garin. Caminaba al azar por las calles del barrio cuando de pronto vio la casa de su abuela, que hacía más de cuarenta años no visitaba. Típica casa chorizo, con galería lateral y patio. A lgo despintada, rodeada de árboles y adornada con malvones. Empujó la puerta de entrada sin pensarlo. El jardín exuberante lo envolvió con un perfume de jazmines y glicinas. Sentada en su sillón de mimbre, la abuela volvió la cabeza y lo miró con su dulce sonrisa: -Ya llegaste, Dani, tengo unas galletas recién horneadas para vos. Lo invadió la felicidad. Una felicidad indescriptible, sólo empañada por un pensamiento: “Ella no se da cuenta de que está muerta. Y yo no sé lo voy a decir. Procuraré que no note mi emoción”. La abuela se levantó y fue hacia la puerta de la habitación posterior, donde estaba la cocina. Le hizo un gesto con la mano y Dani la siguió. Mientras la abuela sacaba del horno las galletas de almendras, Dani se acostum