LA LECCION DEL LIMONERO, por Javier Garin
por Javier Garin LA LECCION DEL LIMONERO: Por Javier Garin. Yo tendría unos seis años cuando mi padre plantó un limonero en el jardín de la calle Posadas, en Lomas de Zamora. Era hermoso pero no fructificaba. Un día le preguntó a un viejo jardinero, conocido suyo, si había algún producto para estimularlo. -Golpee fuerte con un palo la base del tronco- dijo el jardinero. Mi padre hizo la prueba. Fue como un milagro: a los pocos meses el limonero lucía cargado y doblegado bajo el peso de decenas de limones. -¿Qué explicación tiene esto?- preguntó mi padre. -Algunos árboles son como personas –le respondió el jardinero-. Sólo dan frutos después de que la vida los ha golpeado. No habría motivo para que yo recordara este diálogo circunstancial si no hubiera una verdad en esas palabras del jardinero, que mi padre, con los años, solía citar como si se trataran de un proverbio de Salomón. Mi padre murió en 2003. En su velorio no lloré, como no había llorado en el de mi abuelo Camilo. A